NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.
DOMINGO, 06 DE OCTUBRE DEL 2013
El sol apenas está saliendo, pero a pesar de habernos ido anoche muy tarde a casa, tío Joseph y Carl nos citaron nuevamente en el mismo salón.
Se supone que ayer tendría que haber buscado el diario, pero dado a que no tuve ni un minuto a solas, decimos hacerlo hoy, cuando casualmente Mitchell aparezca, diciendo que se enteró que yo estaba aquí.
Tomo del chocolate caliente que Isaak me entrega y muerdo un pedazo de la barra de cereales que compré en el camino. Afortunadamente él si se levantó temprano e hizo el desayuno, pero algunas manías de Quinn se me han pegado a lo largo de los años y por eso como para calmar mis ansias.
Las horas pasan volando mientras mi tío explica el documento legal que Piers Hoffman, mi bisabuelo, le hizo firmar a mamá y a él mismo, en el que consta que la dirección de la empresa se desarrollaría entre algunos de sus hijos, pero que el porcentaje de acciones correspondientes a los hijos de Carl, Violet y del mismo Joseph serían administradas por el abuelo Phillips.
Yo no tuve opción porque soy hija única.
Pero esa no es la bomba del día, sino que como se presume que mamá está muerta, sus acciones pasaron automáticamente a mí a través de su testamento. Así que yo tengo el porcentaje que me obsequió Piers, el que me heredó mamá y unas cuantas acciones minoritarias que Phillips dejó para mí en su testamento.
¡Sorpresa, sorpresa! Yo soy la accionista mayoritaria
Entonces Joseph lanza otra bomba de información:
¡Boom! También soy la propietaria de Hoffman Inc. y no lo sabía.
—Y esa es la razón por la cual tu abuelo insistía en tu futuro —aclara tío Joseph—, pero esto no cambia... mucho, seguiremos respetando tu decisión de mantenerte al margen. Por lo menos hasta que Kia cumpla los veintiún años.
—Luego de eso, y sin forma de revocarlo, les toca asumir a ustedes —sentencia Carl.
—Puta mierda —vocifera Pat—, ¿alguna sabe cómo dirigir este monstruo mundial?
—Yo necesito salir de aquí un momento —expreso totalmente bloqueada, le doy una mirada a Isaak y sin esperar la aprobación de Joseph salgo de la habitación.
Respiro. Respiro calmando los latidos furiosos de mi corazón. Esto cambia y explica jodidamente algunas cosas. Explica porque me secuestraron a mí y no a cualquier otro, explica porque soy yo quien tiene que revelar la maldita verdad, explica esos comentarios filosos de tía Violet cuando hablaba de la empresa. Esto cambia el futuro de mi vida.
Aprovecho que estoy sola y decidida a encontrar la dichosa verdad, entro al Salón Oficial de Reuniones, una estancia amplia con una mesa circular y con capacidad para todos los accionistas que posee en el medio un acuario con peces payaso y otras especies.
El gran ventanal de vidrio mira hacia la ciudad, las congestionadas calles de Wall Street, los edificios gigantes y el típico tráfico diario.
Recuerdo lo que decía la primera nota y empiezo a buscar el dichoso encendedor. Lo encuentro en la madera del librero de techo a piso, dubito un segundo, pero luego lo acciono y simplemente se encienden las luces de la biblioteca. Lo apago y lo vuelvo a encender y gruño notando que no hay ningún cambio. Ni siquiera sé que estoy esperando que pase.
Entonces, segundos después, la gran biblioteca comienza a rodarse y jadeo sorprendida. Es una habitación secreta lo que estábamos buscando. Cuando la biblioteca deja de moverse, noto la puerta oculta tras de sí, es de la misma madera de roble del librero y no tiene una perilla o alguna cerradura, solo debo empujarla.
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Los secretos de Gemma
RomanceLa familia Hoffman ciertamente no está libre de secretos. No, de ninguna forma lo están. Hay demasiadas historias tejidas entre ellos, muchos misterios por develar, pero nadie se ha preocupado por ellos. Nadie se ha preocupado por el pasado oculto b...