LOS SECRETOS DE GEMMA (EPÍLOGO PARTE 2)

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NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.

VIERNES, 24 DE OCTUBRE DEL 2014.

Helena enreda sus brazos por sobre mi gran barriga de treinta y tres semanas y me da una sonrisa que llega a sus ojos cafés como los míos, luego pasa a vislumbrar una fotografía de mamá y Nicholas en una playa de Miami.

Hoy estamos celebrando el cumpleaños de mi papá. No es algo grande, sino todo lo contrario. Una sencilla cena preparada por mi mamá y yo, con mis abuelos Baker, tía Nanette y Noel, Isaak, Matthew, Helena y Kieran acompañándonos. Después de todo, Kieran fue como su hijo, mi papá se ocupó de él desde que tenía siete años, era imposible y descortés no invitarlo.

Camino hacia la sala y le pido ayuda a Helena para sentarme, mi barriga de embarazada es lo suficientemente grande para no dejarme sentar o si quiera, algunas veces dormir. Mis pies duelen constantemente y estoy tan cansada los últimos días porque ya queda nada para el nacimiento de las gemelas.

Sí, gemelas. En el quinto mes del embarazo las traviesas bebés dejaron ver su sexo. August, el doctor, no había podido identificar su género en las consultas pasadas y pensábamos que en esa tampoco, pero empezaron a moverse y la magia del ecógrafo confirmó que eran femeninas.

Isaak está aún más aterrado con la idea de que son niñas.

Helena se sienta a mi lado y me cuenta que ayer acompañó a mamá al sanatorio mental donde está recluida Violet. Ella fue internada por psicopatía y esquizofrenia. No quise involucrarme con esos detalles ya que me duele conocerlos, así que tengo informaciones vagas.

—Aun no estoy lista para dar ese paso, Gemma —dice—. Mamá la perdonó, pero no creo poder hacerlo.

—Tómate tu tiempo. Nadie ejerce presión sobre ti, pelirroja.

—Ella siempre me quiso hacer su reflejo. Me apartó de mi mamá. Me secuestró... y me maltrato psicológicamente y tú sabes eso. No estoy lista.

Asiento, dándole a entender que estoy con ella en esto. De hecho, creo que yo tampoco estoy lista para perdonar, quiero hacerlo pero no me lo permite recordar cada consecuencia que ahora marca a mi familia, como la enfermedad respiratoria que Joseph llevará de por vida o el dolor de Stefany.

Todas esas secuelas que estigmatizan a mi familiares y amigos son culpa de Piers, Phillips y Julián, sí, en una parte, pero finalmente, fueron Violet y Antonella quienes redujeron esta familia a escombros de un hermoso castillo.

Arqueo mi espalda al sentir dolor en la parte baja de mi vientre. Estando en la recta final, August me dijo que sentiría contracciones falsas que durarían solo segundos. La primera vez Isaak me llevó de emergencia al hospital por no querer escucharme.

— ¿Es hora?

—No. Es un simple dolor, Helena.

Su teléfono suena y aparece una fotografía de una sonriente Kamilé con un bebé tres meses de liso cabello castaño y ojos azules. Niego con la cabeza cuando pregunta si la necesito y la insto a atender su llamada, diciéndole que me salude a Kami.

Siento otra vez el dolor pero no es continuo, ni tan intenso como me dijo August que son las contracciones verdaderas. Escucho pasos acercándose y luego compruebo que es Kieran Laswick quien habla con mi papá. Ambos me observan y preguntan lo mismo que Helena al ver que me arqueo y reprimo un gemido de dolor. Niego de nuevo en el momento que mamá aparece con Isaak y Matt.

— ¿Y Helena?

—Fue hablar con Kamilé —respondo, Isaak se sienta a mi lado—. ¿Cómo está Aaron?

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