49. MI CORAZÓN SE NIEGA A DECIRTE ADIOS.

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LONDRES, INGLATERRA.

LUNES, 31 DE MARZO DEL 2014.

La madera pulida del ataúd frente a mí se hace nítida al momento que los sollozos descontrolados de Arabelle y Lorreaine Schwartz me sacan de mi trance. Sigo sin poder creerlo. Aun no acepto que el cuerpo que yace allí es él.

Los días pasan, las personas quieren saber, la prensa nos engulle, el mundo sigue girando pero sigo en total conmoción, sin saber cómo reaccionar a una vida donde Isaak Schwartz nunca más estará presente. Mi Jodido Idiota no puede... Él está muerto.

Estoy siendo tan autodestructiva conmigo misma, llenándome de pensamientos malos y culpables, y aun así, no puedo reaccionar. Ya no lloro, desconozco que debo hacer, se siente como como si estuviera flotando en el aire, viendo todo desde una realidad alterna y no viviendo en mi propio cuento de terror.

Observo las personas que se pasean por la estancia y me detengo en sus colegas de la empresa arquitectónica que lo trajo hasta Londres como primera razón. Aquí están todos ellos, Brescia, Marcus, Arthur y los mismos hombres y mujeres que pensaban que yo era irreal y hablaron y bromearon con nosotros durante toda la velada.

Es inevitable que esa noche no venga a mi memoria. Me duele recordar sus palabras orgullosas sobre el hombre que se había convertido, una daga me apuñala cuando recuerdo sus besos, sus palabras dulces y pícaras, nuestro reto sobre no besarnos... Cuando recuerdo nuestro primer baile lento desde hace siete años.

Ya no habrá más bailes, más besos, ni más palabras.

Admito que todos ellos han intentado acercarse a mí, pero no he permitido que nadie invada mi espacio personal. Quiero estar sola, quiero conservar su esencia y sus sonrisas, sus últimas palabras y sentir que esto no está sucediendo. Solo... no puedo entenderlo y las personas a mi alrededor cuestionan mucho, rumorean mucho sobre el asesinato. Él no merecía morir así, con cinco balas perforando su cuerpo, en medio de una noche que solo debía ser para disfrutar.

Quiero a Isaak. Quiero que me abrace, me empalague, venere mi cuerpo y repita una y otra vez que me ve. Quiero que me pida guiarlo de nuevo. Quiero que nuestra historia no hubiese acabado así, sin retorno, sin posibilidad de continuar en un segundo libro.

Él dijo que no existen las tal vez sí..., porque no podemos cambiar el pasado, pero si yo pudiera daría todo para haber evitado ese bailé con Caden, que lo ahora entiendo, lo enfureció y lo puso celoso, por eso me buscó, me llevó detrás de él e intentó mantener una extraña charla sobre la llave y Matthew.

Él me amaba.

Aaron Ryans me habla. Él dice algo que no logro procesar, pero asiento sin salir de mis felices recuerdos. Isaak me devolvió la vida, él aun muerto, me ha hecho sentir que no estoy llena de oscuridad, que su luz se mezcló entre mis mentiras, mis secretos, mi alma desecha y cada recuerdo que construimos juntos se cuela entre las grietas de mi corazón, pero no lo recomponen.

Mi corazón era suyo.

Me levanto de la silla y distraída acomodo la falda de mi vestido negro. Nunca hablé sobre la posibilidad de que alguno de los dos muriera con Isaak, por eso, haber visto a Arabelle decidiendo cual era la mejor manera de darle el descanso eterno a su hijo, me hizo sentir que no tuvimos el tiempo suficiente para conocernos de nuevo.

Esta era nuestra quinta oportunidad.

Y tal como él era, impredecible, dejándome sin palabras siempre, así fue la vida. Nos arrebató toda esperanza de volver a cruzarnos en una sexta oportunidad, nos quitó el anhelo de un futuro juntos, porque sí, sé que lo jodí y rompí su corazón para protegerlo, pero cuando apenas pudiera acabar con Diosa y Reina y liberar esa maldita verdad, yo pretendía correr a sus brazos, recorrer el mundo entero para encontrarlo y conquistarlo de nuevo, así como él hizo en cada una de nuestras veces.

Los secretos de GemmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora