POV REINA

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MIERCOLES, 25 DE DICIEMBRE DEL 2013

Limpio mi rostro y dejo que Kitty me maquille tan perfectamente como solo ella sabe hacerlo. Es una maldita bastarda con mucho talento, pero prefiere jugar a la pobre niña sin rumbo en la vida. Me parece tonta e inmadura... Ufs, no la soporto, pero maquilla impecable.

Yo tenía un rumbo en mi vida.

Yo sabía que conquistaría cada maldito negocio que me propusiera, que manejaría mi empresa con mucho éxito, que sería mucho mejor que Hoffman Inc. y toda la sociedad diría: Ella es una mujer poderosa. Pero no, el imbécil de mi padre se la vendió a Phillips y condenó mi futuro.

Yo les haré pagar cada humillación, cada error, cada vez que me quitaron poder, cuando tuve que callar y cada vez que perdí mi libertad para complacerlos. Así, de esa manera, minimizados, sin voz, sin formas de luchar, sin nada, así quiero a los Hoffman.

Tomaré Hoffman Inc. para mí y la reduciré a escombros. A sus orgullosos herederos les mostraré que su trono es inservible, pero especialmente le mostraré a él que nada de lo que ama es suyo.

¿Qué es el amor? ¿Qué es el odio?

Todo. Todo me lo arrebataron. Mi jodido padre no dejó nada por vivir en su machismo anticuado y quererme ver como la simple esposa de algún tipo con dinero. Yo iba a ser la CEO perfecta, iba ser una madre orgullosa y con hijos frutos de un verdadero amor. Yo iba a ser... tanto y no pude.

Kitty anuncia que mi maquillaje está listo y ondeo mi bonito cabello. Acomodo mi velo rojo. Rojo como la pasión, como el poder, como la sensualidad y el atrevimiento que una mujer no debería mostrar. Rojo como la sangre que corre por venas humanas. Rojo como el color que mi maldito padre odiaba en una mujer.

Salgo de mi oficina y camino por los pasillos, notando que los catrines abren espacio. Yo soy su Reina y ellos mis súbditos. Algunos que están bien educados dejan reverencias otros solo huyen despavoridos o evitan mi mirada. Amo sentir el control que corre por mi cuerpo cuando una palabra mía puede acabar con ellos.

Llego al salón del trono y la veo allí. Pequeña, simple, insignificante. La dichosa heredera de la verdad solo es un conejillo tonto y bobo. Veo la sonrisa que Diosa esboza en el holograma y ruedo mis ojos. Ella busca distracciones, confundir y su verdad. Yo quiero destruir.

Roca se acerca a mí y esboza esa sonrisa felina que tanto nos encanta, anuncia que él también está aquí y que se le fue la mano con ese despreciable ser ya que puso un poco de resistencia.

—Lo mismo de siempre, mi Reina —ve a la heredera y sonríe—. Hubo un poco de desastre. Los catrines se salieron de control, pero eso lo arreglaré yo. Algunos gritos de los tontos y un acto heroico de ese tal Thomas. ¿Qué prosigue?

Infiernos llega hasta mí y me informa que lo drogó, asiento felicitándolo por la idea y le doy una mirada. Roca se va e Infiernos se acerca y se detiene tan cerca de mí. Me lanzo a sus labios y él me responde. Este hombre me enciende y como siempre él posa su mano en mi culo y lo aprieta.

—Esta noche jugamos, Infiernos... —lo despido y veo alrededor—. ¿Dónde está Hades?

—Hubo problemas con la niñita —anuncia alguien.

Dejo que Diosa hable con la ladrona, ella cada vez está más consciente. La idea era sedarla no drogarla. Me siento en mi trono y dejo que la felicidad me invada, ella está tirada a mis pies, sin levantar la mirada. Pobres, pobres Hoffman si su confianza está sobre ella.

Nadie los puede salvar.

— ¿Qué decidiste? —pregunto, cortando toda la charla innecesaria.

Sonríe, ella tiene las malditas fuerzas de sonreír y deja caer una respuesta.

Lo sabía.

Los secretos de GemmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora