18 de Julio de 2013.

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—¡Hola, Nicole! Me alegra verte nuevamente.

Me paré en un instante, en silencio y con la cabeza gacha

—¡Hola Señor! —me había dirigido la palabra, supuse que podría hablar, seguía con la cabeza gacha esperando nuevas órdenes.

Eran casi 5 días sin verlo y necesitaba que corroborará que lo que veía en cámaras era en realidad cierto, y no solo una actuación, así que traté de recordar todas las reglas para poder hacer mi trabajo de la mejor manera y poder hacer lo que yo necesitaba de él.

—Bien muy bien querida, parece que el encierro te ayudó —él se acercó, estaba en jeans y camisa azul cielo de lino—. He visto tu comportamiento, creo que estas entendiendo cosas y creo que estas preparada —¿preparada? ¿Para qué? Pensé para mis adentros—. Pídemelo —me soltó él, ¿que tenía que pedirle? Me elevó la mirada con su vara y comprendí todo— Pídemelo Nicole, no lo voy a repetir —yo respiré.

—Entréneme Señor —yo lo miré, el control regresaba a él—. Por favor, ayúdeme a hacerlo bien.

—Muy bien Nicole, si es lo que tú quieres, creo que podemos hacer algo para remediar esto.

Erick me rodeo y tocó los hombros, no iba a flaquear, no después de todos esos días, ya no tendría que ser indiferente a sus caricias, por más que me doliera, no había otra opción.

De pronto Erick unió mis muñecas y en cuestión de segundos estas tenían unas esposas.

—Salgamos de aquí, tu entrenamiento será en otra parte —su vara se posó en mis manos y comprendí, esto comenzaba oficialmente—. Camina querida, yo llevaré tus zapatos.

Lo hice y esperé en primer momento a que él abriera la puerta de mi celda. Subimos las escaleras y esperé a donde me diera la orden de a donde iríamos.

—A tu recamara Nicole —me contestó a la pregunta que no formulé.

Yo asentí y me dirigí a donde me dijo.

−Cámbiate, luego hablamos de que te des un baño —él me quitó las esposas, yo entré en el vestidor, me quité el vestido y lo aventé al cesto de la ropa sucia. Él se quedó en el umbral de la puerta viéndome en ropa interior.

—Tenemos que darte de comer, estas adelgazando mucho y rápido y eso no me está gustando.

—Sí Señor. Es mi culpa, lo siento.

—Tienes razón Nicole, es toda culpa tuya.

Me di media vuelta y me quité el sostén, él no se movía. Se quedó en el umbral viéndome, me puse otro y pase a mis bragas, él sonrió y se retiró, por lo menos no me vería directamente desnuda, no todavía.

Me puse las nuevas rápido y luego fui por un vestido, me lo abotone, era rosa pastel, de una tela con una caída muy suave, me llegaba apenas por encima de la rodilla, pero tenía un escote muy pronunciado, me puse unos tacones Chanel, color beige, todos lisos, no tenían ningún adorno, me puse un collar sencillo, una pequeña gargantilla y me até el cabello en una coleta alta y salí con él.

Mis tacones le avisaban de mi entrada, él se acercó y yo me quede parada cuando la distancia entre nosotros era minúscula.

—Déjame verte.

Me quedé parada mientras él me observaba y me rodeaba.

—Si, puedo asegurar que ese encierro te ayudó, hoy luces peculiarmente hermosa.

—Gracias Señor.

—Por nada. Salgamos de aquí, necesito que comas, te vas a ir directamente al comedor, sin hablar, tu comida ya está servida, tomate tu tiempo, yo prepararé algunas cosas, si terminas antes que yo, ahí me esperarás, ¿comprendido Nicole?

Atrapada ||Completa||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora