29 de Diciembre de 2013.

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Es tarde, muy tarde, con la diferencia de 10 horas de la isla y casi 20 horas de vuelo, han pasado casi dos días desde que empezó el regreso “a casa”, el amigo de Erick, James, se fue en otro automóvil cuando aterrizamos, Erick sigue sin hablarme lo cual ha sido algo tanto bueno como malo, pero al final de todo sé que de una u otra manera me dirá que hice mal, a sus ojos.

Al llegar a casa esperé a que el me diera instrucciones lo cual no hizo, solo me hizo bajar en segundo momento, él lo hizo primero. Yo me bajé detrás de él, lo hice con cuidado, tenía el pubis demasiado adolorido a ese punto, luego de tantas horas. Solo quería quitarme toda la ropa meterme en la bañera para ayudar a mi cuerpo a sanar y listo. Pero los planes de Erick siempre terminan siendo diferentes a los míos.

Caminé dentro de la casa, Efrén llevaba las maletas, unas al cuarto de Erick otras al mío. Las mías estaban fuera del cuarto, me extraño, pero no tanto, tal vez él quería que yo las metiera.

Me dirigí al cuarto y Erick me frenó.

—¿A dónde vas?

—A descansar un poco y tomar un baño, Señor.

—Dije a donde, no a que.

—Lo siento, Señor —él me miró esperando una respuesta—. Me retiro a mi cuarto.

—¿Quién te lo dijo?

Algo iba mal en esto, muy mal ¿qué quería Erick?

—Nadie Señor, solo lo supuse.

—Pues supones mal Nicole y ese es tu problema —Erick enojado, ya no me extraña, pero me sorprende que se haya contenido desde que salimos de la isla—. Toma las maletas.

Caminé y él lo hizo detrás de mí, apenas era una grande y la de mano.

—Tu actitud de estos días no me ha gustado del todo y menos esa escenita tuya en el barco, así que hasta que tu cabeza estúpida no comprenda las consecuencias de sus acciones, estarás en tu lugar preferido.

Sé a dónde voy, no necesita decírmelo, sé que me va a encerrar en ese sótano, ahora lo único que me ronda por la cabeza es,  ¿por cuánto tiempo?

Sin su ayuda bajé las maletas, lo hice lo mejor que pude para no aventarlas o tratarlas mal, ya los malos tratos hasta para los objetos, estaban de más. Me esperé en la puerta, él abrió y a base de empujones me metió. Su eterna medida de castigo conmigo estaba completamente modificado, había una mesa, un tocador y parte de la ropa que había allá arriba, además de unos libros y me encontré mi Kindle, sé que es el mío, lo reconozco perfectamente, pero ¿qué es todo esto?

—¿Por qué está todo aquí, Señor?

Erick me hizo soltar la maleta, y me llevó a la cama.

—No, Señor, por favor, me duele, no por favor, por favor. Erick te lo suplico Erick, por favor. ¡Erick!

Nada surtió efecto con él, absolutamente nada, rogué, lloré, le supliqué, pero no sirvió de nada, y poner resistencia me estaba afectando cada vez más, me dolía y mucho, comenzó a ser un dolor bastante difícil de soportar.

Entre lágrimas comencé a cooperar, fue doloroso y no lo puedo negar, fue hasta más que la primera vez, pero está enojado, y no escucha de razones, dejé que hiciera con mi cuerpo lo que necesitaba, pero las lágrimas esas no podía contenerlas, no sabía cómo hacerle. Erick me penetró, no una sola vez, lo hizo en momentos diferentes, hacía adentro y afuera conmigo por un largo rato, no sentía excitación, mi cuerpo no estaba lubricado, dolía en cada momento que hacía eso, pero pareciera que con él no tenía el mismo efecto. Tomó de mis muñecas y las puso justo encima de mi cabeza, y las encerró en una de sus manos para evitar pelear con él, con la otra y por debajo del vestido se abría paso a mis pechos con los cuales comenzó a jugar al ritmo de sus penetraciones, nada que pudiera hacer funcionaba, mis lágrimas eran más y a él no le importaban.

Atrapada ||Completa||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora