10 de Agosto de 2013.

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Mi segunda semana más que larga, creo que esta ha sido una de las peores, mi dolor de pie regresó y tuve que tomar más pastillas y aceptar una inyección, hubo una noche que ya no podía con el dolor en mi pie y no tuve más opciones que aceptar el pinchazo, no lo hizo tan mal, pero me dejó muy nerviosa, ya que esa misma noche se fue. Todos los días anteriores se quedó en casa, me vi obligada a volver a las técnicas orales con él. No había más opción. Aunque hacer ejercicio, me estaba haciendo bien, sacar todo corriendo, o subiendo a la bicicleta me hacían eliminar de mi cabeza lo que no ocupaba, y cuando tenía que estar con él, mi excitación bajaba y mi repulsión igual, esa menos, pero por lo menos bajaba.

Es el primer día sin verlo, estos días sin él me hacen bien, me podía partir en el gimnasio y luego ir a leer un poco con tranquilidad. Efrén me daba la llave por 15 minutos, tomaba los libros que quisiera y por primera vez llevarlos a mi cuarto y acostarme a leer, creo que cuando él no estaba, era mejor.

Pero este día no necesitaba leer, necesitaba simplemente escribir, no memorias o una historia, necesitaba escribir tonterías que Erick no fuera a encontrar algo que le dijera cómo me sentía. Necesitaba ver donde podía ocultarlo sin verme tan obvia, tal vez en un libro, escribir algo, meterlo en un cajón y luego ocultarlo en un libro y dejarlo en su lugar. ¿Se podría? ¿Funcionaria? Está bien señorita analista, veamos las posibilidades, no puedo ser tan obvia, él tiene cámaras, por todas partes, no puedo buscar en sus cajones, necesito un libro grueso, para buscar donde ocultar un papel y luego en otro libro al siguiente día.

¿Qué clave podría usar? ¿Taquigrafía? ¿Morse? ¿O uno que solo yo entendiera? Necesitaba pensar en algo que me funcionara. Necesito un papel o algo.

—¿Efrén?

—Sí, señora.

—Erick me dijo que te pidiera la llave del cajón donde guarda lápiz y papel, ¿me la podrías dar o tú abrirme?

—Sí señora, permítame.

Efrén entró en el despacho y sacó algunas hojas que puso encima del escritorio mientras yo lo veía desde el otro lado del escritorio, vi que algo se cayó y que él no le tomó importancia, así que hice lo mismo. Efrén me dio lo que necesitaba y volvió a cerrar el cajón, me esperó algunos minutos mientras saqué un par de libros para evitar lo obvio, y luego se retiró.

Me senté a tratar de escribir un poco o más bien encontrar una manera de escribir y que solo yo me entendiera y que no pareciera que estaba tratando de ocultar algo.

Esto me estaba comenzando a irritar, necesitaba pensar mejor. Podría citar partes de libros, como a especie de agenda de frases, no se vería tan mal y podría poner lo opuesto a lo que pensaba. Eso se vería menos tonto y podría ponerlo en el libro que estaba leyendo. Dios gracias por iluminarme.

Me levanté para irme a donde pudiera leer tranquilamente y pisé el papel que Efrén dejó caer. Lo levanté y puse sin verlo en el escritorio, yo tomé un libro. Lady Susan, de Jane Austen. Luego de empezar y encontrar una cita que me hacía sentir así pero de forma contraria fui al escritorio, tomé la pluma y cuando voltee el papel que se le cayó a Efrén y que había recogido mi sorpresa fue máxima. Estaban escritos algunas cosas, otras ralladuras pero en la esquina muy claro decía Depro-Provera segunda toma hecha. Yo conocía esa medicina, yo la usé hace tiempo, esto es un anticonceptivo ¿por eso no me bajaba? ¿Por esa razón? ¿Este hombre me inyecto la segunda dosis de un anticonceptivo? ¿Cómo, pero... él quería un hijo? ¿Por qué me inyectaba?

Guardé el papel para que luego Efrén lo metiera donde era, no quería que viera que ya sabía. No iba a permitir que lo hiciera de nuevo, yo quería alargar el proceso, lo había pensado, pero ahora no, si quería un hijo y su estúpido contrato por el que me estaba haciendo actuar de esta manera decía que esa era mi misión, es por una razón, ¿pero cuando planeaba hacerlo? Si yo podía lo iba a evitar, no iba a dejar que me pusiera otra dosis, dios, ¿cómo permití la segunda? Pero ¿cuando me dio la primera? Recuerdos, recuerdos, los necesito. Seguramente fue cuando estuve los primeros días aquí. Claro, Efrén me inyectó en más de una ocasión pero no sé qué, tal vez fue uno de ellos, o cuando me trajeron, en el transcurso del taxi. Dios, ya recuerdo el taxi. Si, cuando me secuestraron. Por eso el señor que se llevó ayer a Erick me parecía conocido, su chofer, claro, era el mismo, el mismo tipo.

Atrapada ||Completa||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora