No existe nada mejor que mirarte y sonreír de la nada, porque eres tú quien llena todos mis vacíos. Eres tú quien puede sacar de mi todo aquello inexistente. Eres tú, quien me hace reír a carcajadas con tan solo un segundo.
No existe nada mejor que mentirte cada vez que voy a besarte y terminar lamiéndote toda la cara. Para molestarte aunque en verdad sabes que te encanta más de lo que piensas. Nada mejor que acurrucarme en tu pecho y dormir, escuchando cada latir de tu corazón.
No existe nadie mejor que tú, el niño que le da vueltas completas a mi vida, él que da un giro radical a cada uno de mis gustos, ese que me vuelve loca a la más mínima tontería, pero no te equivoques, me encanta. Y sí, lo admito, estoy tremendamente loca, loca por cada uno de tus besos, por cada una de tus arrugas, por cada uno de tus lunares, loca por cada uno de tus defectos, loca por todo aquello que se debe a ti.
Y nunca dejes de creerme cuando te miro fijamente y te digo lo mucho que me encantas, lo mucho que te amo, puesto que mis pupilas no me dejan mentirte ante tan imaginado universo. Porque a pesar de tu iris color marrón, común como el mío, tus ojos son los más bonito que en vida podrían existir. Son capaces de llevarme a cualquier lado; ya sea cielo o infierno.
Y esa sonrisa, que no diremos jamás de ella. No existen palabras. Es inexplicable.
Y tú, no hay palabras para describirte ni a ti, ni a nada que se pueda comparar contigo. Eres simplemente lo mejor que existe.
Atentamente, pequeña.
