Te voy a escribir un maldito poema que te haga llorar y te arda en las entrañas cada vez que lo veas.
Voy a escribir que no hay un solo día en que no piense cómo hubiesen sido las cosas si nuestras historias no fueran diferentes, si en ese choque de caminos sinuosos no hubiéramos perdido la cordura y en cambio, hubiéramos apostado por un nosotros que te aseguro lo teníamos ganado.
Quisiera mandar a la mierda la palabra "hubiera". Como si redujera el vacío que has dejado en mi almohada, como si los pasos que doy no retumbaran en hielo seco, y como si tu voz no fuera a recordarme todos los días que nos hemos dejado a la deriva y el ron que encendió la última fotografía que nos quedaba.
Si pudiera volver a abrazarte no te soltaría hasta que nos quedáramos congelados como estatuas, y le rogaría a la gente que fueran a ver el amor que destilamos, porque lo hacemos, amor, o lo hacíamos.
No supimos aprovechar los momentos que nos dio la vida, y que ahora nos lo arrebata entre noches borrosas y labios desconocidos.
He borrado todas las malditas fotos en donde salíamos con una sonrisa que podría iluminar la Gran Vía, y eso que estamos tan lejos de ella como para imaginármela, pero lo hacía contigo, ¿sabes? Siempre lo hice de tu lado. Las he eliminado todas, he cerrado los ojos cuando he colocado mi dedo en el icono de la basura, y es que, para allí vamos.
Yo ya sabía que no estaríamos juntos más, es por eso que te acariciaba el rostro con las pestañas mojadas y los sueños un poco cada vez más rotos, lo hacía para grabar tu cara en mis manos, aún lo hago en las noches; tus mejillas sonrosadas, tus labios carnosos, tu barba incipiente, el cuello donde podría quedarme a vivir, donde yo poseía mi hogar. Lo sabía, mierda.
Sabía que no nos tendríamos, te lloraba en silencio y me maldecía por ser tan estúpida, y hoy me he bañado tallándome el cuerpo para quitarme tus putas huellas, deshacerme de todo lo que te dejaste en mis piernas, quise quitar con brío los besos que tengo grabados en la espalda, en ese lugar donde no alcanzo y los sigo llevando.
Los traigo como una condena de un amor que nunca se olvida.
Que siempre quise que te quitaras la maldita coraza que tenías pegada en el corazón, pero no te dejaste hasta que yo tenía las manos tan lastimadas como para seguir intentándolo, me cansé, es cierto. Lo hice. Me cansé de entregar caricias enteras y solo recibir simples besos, me cansé de decirte que te quería y no obtener ni una maldita respuesta, me cansé al desgastar poesía en alguien que no la merecía, me cansé al rogarle a la Luna que me entregara un amor completo, un amor que rellenara todo mi rompecabezas, me cansé entregarle tanto a alguien que daba tan poco, me cansé al pedirte puntualidad, al pedirte versos, al mendigar cariño, al solicitar un abrazo, cuando no tenía que pedirlo, al sufrir por besos que no me llenaban. Me cansé de que alguien no me quisiera como yo lo hacía.
¿Acaso tuve la culpa al pedir un amor que me entregara lo mismo que yo daba?
Soy la mala en esta historia, y cómo odio ahora los cuentos de hadas, que no existen las malditas sirenas, ni un príncipe que se arriesgue por la princesa, no hay un dragón al que le importes tanto como para tenerte custodiada en una torre y no existe el felices para siempre.