No era de las chicas que me enamora de primeras, tampoco era de las que fácilmente se fijaba en alguien. Tampoco era de las que confiaban rápido. Tampoco era de las que se alegraban por los demás. Tampoco era de pensar antes en los demás que en mi misma. Tampoco era de las que escribían textos, y muchos menos poesía o cartas de amor. Tampoco era de las que hacia detalles bonitos por alguien. Tampoco era de las que tenía ganas de dormir con alguien, mucho menos besar o abrazar. Tampoco era de las que pensaba en compartir mi futuro con alguien. Tampoco era de las que salen de fiesta y beben hasta no acordarme de nadie. Tampoco quería un amor pasajero. Tampoco quería que me destrozaran el corazón. Tampoco era de las chicas sencillas. Tampoco era de rayarme por las noches o pegarme pensando en alguien cuando le echaba en falta. Pero apareció él y cambio todos mis esquemas, cambiándome y quizás a mejor persona, a pesar de que puede romperme el corazón puedo decir que por la primera vez me enamoré sin quererlo y sin pedirlo y eso fue el mejor amor que pude tener.