No quiero enseñártelo todo, ni que de golpe conozcas todas mis cualidades.
Prefiero editar algunos de mis pensamientos más espectaculares y dejarte ver sólo el tráiler.
No voy a llevarte a cenar al típico lugar de moda, ni a impresionarte con mis logros y adquisiciones.
Prefiero elegir bien mis palabras, mezclarlas con los trozos de sinceridad más cruda que tengo, meterlas dentro del corazón, agitarlo bien y voilá.
Tampoco voy a precipitarme, ni a tamborilear nervioso en la mesa esperando tu llamada.
Prefiero medir mis impulsos y obligarme a pensar en todo lo demás que el mundo tiene para ofrecerme mientras vienes.
Voy a mostrarte mi cara más infantil y bondadosa, seré ese niño que necesita tu regazo para recomponerse el alma pero en un momento dado te darás cuenta de que tengo colmillos capaces también de protegerte del mundo y su penumbra.
Quiero que veas de lo que soy capaz pero sin tener que decírtelo, quiero que descubras mis virtudes por lo que otros te digan de mí, quiero hacerlo todo casi perfecto, para que creas que en vez de yo a ti, eres tú quien me elige a mí.
Y así no te des cuenta de que, tras mis gestos confiados y convincentes, en el fondo de mi ser estoy temblando, inseguro, impaciente y desesperado por conquistarte.