Hasta juraría que el frenesí en tu mirada quiere decir muchas cosas más que lo explícito en tus manos. Te prometería una vida alineada y lunática, pero ya la obtienes por tu acento particular, aunque no me molesta aquel, sino me fascina tu extravagancia, o la calidez en tu frialdad, algo complejo pero existente, algo real como los contornos y las siluetas de tus sombras. Y el descaro que tuvimos al salirnos es el que nos estancó para ser toxicómanos del amor. Mi corazón estupefaciente como el tuyo, encerrado en un baúl, honradez en las mañanas y demencia en las noches, como la niebla nos atrapa y el viento nos inspira. Y somos como el canto de una ave en libertad, y somos como inmortalidad cuando no hay fe. Nuestra simpatía se vuelve fluida y nuestros sueños perduran más, así como la reproducción de una película de los 80's, retro. Soy consciente de las injusticias así como de nuestra compatibilidad a la hora de ser felices, por eso propongo un camino más lejano, en el que el atardecer se distorsione como algún encantamiento. Nigromancia, o magia, nuestra definición del crepúsculo y de cada detalle que compone la oscuridad y cuando ésta estalla en poder lumínico. No esperes mucho más de mí, soy clásico, entonces no esperaré más de ti, porque eres simple pero efectiva a la hora de dibujar lo maravilloso y terrible, lo asimilado a la perfección pero inevitablemente imperfecto, lo que odio aceptar pero que acepto por ser realidad.