A las brujas no las quemaron por malas, las quemaron por inteligentes, por rebeldes, por ser mujeres libres. Por querer ser parte de la historia. Por adquirir conocimientos que estaban reservados solo a los hombres. Por abortar. Por no enmarcarse en la belleza impuesta por la mirada masculina. Por leer libros, por escribirlos, por enseñar. Por soñar con revoluciones en donde todas las mujeres consiguieran lo que ahora no tienen. Las quemaron por sabias, las quemaron porque se resistieron a ser violadas, porque no atracaron el chantaje, porque no las pudieron comprar. Les quitaron la vida porque ellas posibilitaban que otras mujeres vivieran, por fin, como querían. Por ayudar a otras mujeres a ser libres.
Las exterminaron por amarse entre ellas y por amar a todas.