CAPÍTULO 10.

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Estoy mareada, confundida y el dolor de cabeza aún no se va. El cielo está nublado o quizá solamente es mi imaginación. He corrido unas diez calles tan rápido como mi condición física me lo ha permitido y gracias a ello no sé en dónde estoy, giro hacia todos lados esperando que alguna de estas calles me resulte familiar, pero no es así. Me siento perdida, perdida en un abismo al que fui arrojada cuando vi la mirada de ese chico, de A....

El aire es pesado y entra quemando mis pulmones provocando que me cueste respirar. La imagen de Axel vuelve a mí y por primera vez lo siento como una puñalada, la hoja metálica de un cuchillo deslizándose lenta y agónicamente por mi pecho sin intención de detenerse, jadeo e intento controlar aquella espantosa sensación que aún recorre mi cuerpo. Siento que todo me da vueltas y que no pasará mucho tiempo hasta que simplemente todas las fuerzas en mí se desvanezcan. Quiero pensar que he tenido un feo episodio de demencia y locura, que todo aquello que ha pasado hace unos minutos simplemente fue un teatro montado por la insistencia de mi mente para tener algo parecido a Axel... quizá todo fue una treta de mi subconsciente para que yo deje de sentirme como mierda cada que los recuerdos se amontonan en mi cabeza.

Me detengo unos segundos y me apoyo en la fría pared más cercana a mí, esto es terriblemente espantoso.

—Al fin —reconozco de inmediato esa voz—. ¿Por qué diablos saliste corriendo así?

—Axel... —mi voz es un vergonzoso titubeo.

—No. Luke. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no soy Axel?

—Lo... siento —suspiro y cierro los ojos. Quiero morir ahora.

—Mira guapa, sé que él y yo somos jodidamente parecidos físicamente, pero él es el perfecto, no yo.

—Eran... —murmuro tan bajito que sé que él no me ha escuchado.

Ahora lo entiendo todo... bueno, casi todo. Aquella llamada misteriosa de la señora Hemmings el día que estábamos en el entierro de Axel. Aprieto los ojos y fuerzo a mi memoria para recordar... «¡Es tu hermano!, no, no quiero malditas excusas. ¡Deberías estar aquí! ¿Así crees que serás digno de nuestra familia?, qué equivocado estás... Nunca vas a ser cómo él. Nunca. », Recuerdo sus palabras a la perfección... es demasiado extraño todo esto. Él es más extraño aún.

Mil preguntas brotan repentinamente dentro de mi cabeza y quiero hacerlas todas. Quiero gritarle en la cara que me explique detalle a detalle lo que está pasando, pero supongo que no tengo derecho de meterme tanto en su vida privada, puesto que le acabo de conocer.

— ¿Por qué no fuiste a su entierro?

Me abofeteo mentalmente. De todas las cosas que hubiese podido decir, ahora que ya puedo hablar de nuevo, ¿por qué pregunté eso?

Su mirada se transforma en algo oscuro; como dolor mezclado con vergüenza y amargura.

—Mira, guapa... digamos que no me querían ahí.

—No es cierto —suspiro—. Le llamaste a tu madre y ella te riñó por no estar ahí.

— ¿Te gusta escuchar las conversaciones ajenas? —ríe. Aquella obscuridad en su mirada se ha dispersado.

—No —murmuro a la defensiva.

—Yo diría que sí —sonríe y se recarga en la pared, a mi lado—. ¿Quieres comer algo?

—Yo... no... No entiendo nada de esto.

—Todo esto es tan fácil guapa, que...

— ¡Deja de llamarme así! —interrumpo.

Two of You; Luke Hemmings.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora