Two of You; Luke Hemmings.

CAPÍTULO 5.

Pienso que justo ahora me resultaría mucho más fácil resolver una ecuación matemática a responder simplemente si es de día o de noche. Es raro y me ahoga pero tal parece que he perdido la noción del tiempo... o quizá el tiempo me ha perdido a mí.

Recuerdo que mi mamá me obligó a salir del hospital y aunque quise decir algo para oponerme, sencillamente no pude. También recuerdo que me forzó a comer en un par de ocasiones, aunque después vomité todo el estofado que ella había preparado.

También tengo un vago recuerdo de que ella y papá estuvieron toda la noche en mi recamara después de que me encontraran con una navaja en la mano y la foto Axel aferrada a mi pecho.

Bah, seguramente ellos piensan que estoy exagerando todo, pero sinceramente me da igual. Axel pasó a ser alguien muy importante en mi vida, le entregué mi corazón, mi alma y todo mi cariño, y después el solamente se esfumó. Y todos nuestros sueños se evaporaron... Su vida se la llevó el viento y tal parece que está llevándose la mía también. Es difícil continuar cuando la persona que amas con todo tu ser simplemente te deja, se va.

Me miro en el espejo, no puedo creer que haya accedido a ponerme el mismo vestido negro que use para el funeral de mi abuelita, que no fue hace mucho tiempo, según recuerdo. He decidido nombrarlo "El vestido de los jodidos y muy malos recuerdos".

Hace un rato escuché a mi madre hablando con papá, ella dijo que probablemente yo esté volviéndome loca, que quizá el shock de lo que sucedió me está haciendo perder la cordura. Y quizá sea cierto, pero no del todo. Únicamente no he podido hablar desde aquella madrugada. Desde que le respondí el teléfono y le dije que Axel había muerto.

Estiro mi mano derecha y tomo el cepillo, lo paso a través de mi cabello negro y observo como los nudos desaparecen, se van con tanta facilidad como lo hizo Axel.

Últimamente me he preguntado si quizá él quiso irse, si tal vez no luchó lo suficiente. He estado temiendo que no fuese un guerrero y se aferrara a su vida para volver a mí.

Todos mis pensamientos me dejan un sabor amargo en la lengua que me provoca náuseas.

— ¡Emma, vámonos! —grita mi madre desde el piso de abajo y su voz me sobresalta.

Suspiro y asiento para mí misma, porque aunque abra la boca y me obligue a responder sé perfectamente que no saldrá nada. Salgo del baño y voy hasta el buró que está a un costado de mi cama, ahí está el cuadro en el que guardé mi foto favorita de nosotros dos juntos. Él siempre muy formal y alineado, está usando una camisa azul que hace juego a la perfección con el tono cielo de sus ojos y pantaloncillos de vestir, y yo un vestido rosa que él me regaló. Aquello fue en la boda de una de sus tías lejanas. La primera vez que me presentó oficialmente ante toda su familia como "su preciosa novia".

Bajo las escaleras con suma lentitud, con el único objetivo de retrasar aún más el momento amargo que estamos obligados a vivir, justo ahora vamos a ir a darle a Axel el último adiós, como alguna gente lo llama. Hoy van a enterrar al amor de mi vida.

Es tan loco pensar que hace tan sólo una semana estábamos juntos, en el cine, disfrutando simplemente de la compañía, de lo bien que nos hacía estar presentes en la vida del otro. Él se fue y ya no podremos hacer aquello nunca más.

Me subo al asiento trasero del coche y recibo de inmediato una mirada de lástima cortesía de mis padres, quienes van vestidos completamente de negro, eso únicamente abre una brecha más en mi corazón, todo me recuerda lo que he perdido, todo me recuerda la sonrisa de Axel y todo me parte en mil pedazos.

— ¿Tienes sueño? —pregunta mi padre cuando me ve bostezar por el retrovisor.

Niego con la cabeza. La realidad es que sí tengo sueño y él debe suponerlo ya que no he podido dejar de llorar desde aquella noche.