CAPÍTULO 58.

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Suelto la última caja en el suelo. El nuevo apartamento que ha empezado a rentar Luke es extremadamente precioso; se encuentra en el piso cinco de un edificio que tiene una vista impresionante de las calles de Nueva York, y si te asomas al balcón puedes ver un lindo y tranquilo parque cruzando la avenida. Las paredes están pintadas de blanco y cuando entra la luz del día pareciera que estamos en nuestro paraíso privado. Hay un juego de tres sofás también en color blanco y una mesita de caoba en el centro. El comedor es un lugar pequeño, cuenta con una mesa a base de cristal y únicamente cuatro sillas de color blanco. La cocina es muy básica, pero aun así no deja de ser el sueño de toda ama de casa, estoy segura de que Luke y yo nos las apañaremos para cocinar tranquilamente ahí.

—Perfecto —suspiro—. De verdad que éste lugar es un sueño.

—Nuestro sueño —añade de inmediato.

—Sería nuestro si aceptarás que te diera la mitad del alquiler —frunzo el ceño y camino en dirección al sofá.

—____, ya hablamos de ello.

—No. Tú lo hiciste.

—Yo fui el que tuvo la idea de esto, no te preocupes, guapa.

—Por favor, déjame hacerlo, Luke.

—Bien, la tercera parte de la renta total, ¿de acuerdo?

—No, la mitad —bufo.

—Tómalo o déjalo —murmura seriamente.

—Está bien...

Pareciera que el cansancio no me va a dejar en paz, antier fue mi graduación y los chicos también me tenían preparada una fiesta, fue demasiado divertido pero sinceramente han sido demasiadas celebraciones en pocos días. Ash, Cal, Mikey, Vanessa, Eli, Mel y Amanda ya han regresado a Sydney, tiene que terminar con el papeleo de la Universidad para poder graduarse.

— ¿Tienes sueño? —me pregunta Luke.

—Sí, un poco —suspiro.

—Ve a dormir un rato, yo comenzaré a sacar las cosas de la mudanza.

—No, vamos que te ayudo —sonrío.

—Ve a descansar —insiste.

—No, Luke —suspiro—. Hay que terminar esto lo más rápido que podamos, así alcanzaremos a los chicos mañana... o pasado.

—Ya compré los boletos —sonríe—. Lo hice antes de salir para acá. El vuelo sale mañana a las siete de la noche.

—Gracias —suspiro—. Entonces con más razón debemos apurarnos.

Camino hacia Luke y él me sonríe de inmediato, antes de ir a la habitación dejo un rápido beso en sus labios. Sobre la cama están las cajas en las que hemos guardado la ropa para que la mudanza la trajera. Abro una de ellas y comienzo a sacarla y a doblarla ágilmente.

Una hora después ya casi he terminado, la ropa de Luke está colgada en ganchos y guardada en cajones, al igual que la mía. Todo el lugar es demasiado amplio, demasiado bonito y sin duda alguna se respira una paz inigualable.

Salgo de la habitación y encuentro a Luke guardando unas cosas en la cocina, la mayor parte platos y un poco de la despensa que teníamos en el otro apartamento. Él está de espaldas a mí y cierro los ojos cuando la preocupación vuelve a taladrar dentro de mi cráneo. En la mañana cuando despertamos, estuvimos hablando acerca de nuestro viaje a Sydney, me di cuenta de que a él le entusiasma tanto como a mí, pero hay un problema. Nuestras madres nunca han estado de acuerdo en nuestra relación y temo que eso nos amargue el viaje. Además, Luke y su madre no han compuesto su relación y no culpo a mi chico, si mi madre me llamara cada que puede para insultarme y decirme que me odia, sin duda alguna eso dejaría un gran dolor en mi interior.

— ¿Qué piensas? —murmura de pronto sacándome de mis pensamientos.

—Nada —me enojo de hombros y sonrío.

—Ya casi termino —sonríe—. Quizá podamos salir a cenar algo, por ahí...

—No me malinterpretes pero esto de la mudanza y los últimos días me tienen sumamente cansada, ¿podemos pedir algo?

— ¿Pizza? —sonríe.

—Lo que se te antoje, amor —suspiro.

Me alejo poco a poco, a la velocidad que mis pies lo permiten y me dejo caer lentamente en el sofá más grande. Luke sale de la cocina y cuando me ve, sonríe, coge el teléfono y rápidamente marca a la pizzería para pedir lo que será nuestra cena. Cuando cuelga, camina directamente hacia mí y se sienta a mi lado.

—Ven aquí, guapa —murmura calmadamente.

Me acerco a él y pongo la cabeza sobre su regazo, sus preciosos ojos me miran desde arriba y él sonríe. A pesar de todo el cansancio no puedo negar que estoy demasiado feliz por haber dado éste paso con él. Siento que poco a poco nos estamos construyendo una vida, juntos, una vida que nadie puede destruir. Sus dedos desenredan tiernamente mi cabello y si sigue haciendo eso en poco tiempo me quedaré dormida.

—Oye —me dice—, antes de dormir tienes que cenar.

—Lo sé —suspiro.

—Te prometo que cuando comas un poco te llevaré directo a la cama —sonríe.

—Eso suena divertido —río.

—A dormir —aclara.

—Eso suena bien, pero la primera propuesta sonaba mejor —sonrío.

—Ambos estamos cansados y mañana hay que madrugar para hacer las maletas e irnos por la tarde.

—Lo sé, Luke. Gracias.

— ¿Por qué? —pregunta divertido.

—Por todo esto, la mudanza, por cuidar de mí... por tu sonrisa.

— ¿Por mi sonrisa?

—Sí, tu sonrisa me hace feliz —suspiro—. Me hace sentir como... enamorada.

— ¿Ah, sí? —cuestiona con una sonrisa enorme plasmada en su rostro.

El timbre suena y Luke se levanta de inmediato para abrir, me quedo ahí, recostada en el sofá, viendo fijamente hacia el techo. La felicidad es abrumadora, pero se siente malditamente bien.

Él regresa y pone la caja de pizza en la mesita del centro mientras va a buscar un par de platos y vasos para la soda. Me incorporo y el aroma del queso fundido inunda mis fosas nasales, ahora mismo me he dado cuenta de que tengo muchísima hambre.

—Toma —sonríe y me entrega un plato.

—Gracias —suspiro.

Pongo un trozo de pizza en mi platito y se me hace agua la boca. Luke vuelve a sentarse a mi lado y recargo mi cabeza en su hombro. No hay nada que desee más que estar con él.

Two of You; Luke Hemmings.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora