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-Realmente luces ya un poco mejor Mia -le tiendo un paquete de kleenex. Hoy decidió pasar a recogerme para irnos juntas al trabajo, así que vamos en su auto-.

-Y también me siento mejor -me dice-, no entiendo cómo es que me pude enfermar así de feo y lo peor es que fui la única -suelta un resoplido-.

-Pues no todos tenemos las defensas de la misma manera Mia, y además se metieron ese día a nadar y el lago estaba helado. Es un milagro que solo tú te enfermaras, los demás no es como que puedan hacerlo por ahora ya que siguen en grabaciones.

-Lo sé, pero el lago no estaba helado, un poco frío, pero no helado. Aunque pobre de Alberto, se ha quedado conmigo estos días y el pobre no sabía ni qué hacer el primer día que me vio tan mal. Espero no haberlo contagiado porque anoche lo escuché estornudar varias veces.

-Pues avísame cómo sigue y le preparo uno de los remedios de mamá -me ofrezco- ya ves que esas cosas no permitían que te enfermaras. Contigo no se podía hacer nada porque el resfriado no avisó -me río-. Ay Mia, es que te veías patética.

-Gracias Alex, también te quiero -y aunque quiera lucir enfadada, veo que sonríe- ¿Has hablado en estos días con tu hermana? -me pregunta de repente-.

-No, en realidad no eh hablado con ella desde un día antes de venirme de México y hará ya unos... -comienzo a hacer cálculos-.

-...Tres meses la próxima semana -termina Mia por mí-.

-Vaya, pero si los llevas contados -me río-. Sí, en este tiempo no eh hablado con ella ¿por qué preguntabas?

-Bueno, papá me llamo anoche, y fue raro porque siempre soy yo la que le habla -me dice seria y yo asiento dándole la razón- y pues dice que tu hermana llego en la mañana con él y mamá llorando muy feo y que hasta que pudieron calmarla se enteraron de lo que pasaba - espero a que continúe y ella suspira-. Es que, ay Alex, es que si no te lo digo yo, tú hermana nunca te llamará para contarte y jamás te vas a enterar.

-Pues suéltalo ya, Mia. Sabes que odio que no vayan al grano.

-Tu cuñado le fue infiel con su jefa -creo que la expresión de asombro no cabe en mi rostro, mi cuñado nunca me cayó nada bien pero no es algo que deseara que le ocurriera a mi hermana. Mia me ve rápidamente y regresa la vista al camino, se ha puesto incluso más seria que antes-. Y eso no es todo Alex. Tú hermana está embarazada y tiene dos meses de gestación.

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-¡Ey Alex! -de repente tengo a Emeraude frente a mí-.

-¿Qué ocurre, Em? -le pregunto-.

-Más bien ¿qué es lo que te ocurre a ti? -me dice- Llevo llamándote montones de veces y no me respondías ¿Te encuentras bien?

-Sí, yo... Perdona, debí estar tan sumida en mis pensamientos que no te escuché. Y creo que sí, estoy bien Em.

-¿Está todo bien con Matt? -asiento- Es que como hoy no te vi llegar con él y ni siquiera fuiste a saludarlo cuando llegó. Hasta pensé que le reclamarías a Dom por llevárselo de inmediato.

-¿Matt ya está aquí? Diablos, creo que no lo vi llegar -eso la hace levantar una ceja-.

-¿Quieres contarme qué te ocurre? Esta actitud es demasiado rara en ti -le cuento rápidamente lo que Mia me dijo hace un par de horas-. Vaya. ¿Y ya le hablaste a tu hermana? -pregunta y yo niego-.

-Aún no eh tenido el valor de hacerlo -le respondo-.

-¿Valor para hacer qué? -ese es Matt que llega a nosotras abrazándome desde atrás a la cintura y recarga su cabeza en mi hombro.

Tu refugio. [A Primera Vista #1] (Matthew Daddario)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora