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Después de un mes más de vacaciones para Matt y para los chicos, hoy regresó a trabajar, y con ello, también implica que regrese al gimnasio. Aunque en realidad con eso comenzamos hace una semana, y digo comenzamos, porque me está haciendo ir con él.

-Venga, Alex. Una más -me anima Em-. Sí puedes.

-Les juro que ya no doy ni una. Mañana no voy a poder levantarme. Esto debería ser considerado una manera de tortura.

-Vamos Alex -me apremia Matt-. Ya estas por terminar tu rutina.

-Ya no puedo -comienzo a negar-. Prometo que mañana las haré completas. Hoy ya no, por favor.

-¿Ya estás holgazaneando? -Nuno, el entrenador, llega a donde estoy- Venga, querida, que tenemos que bajar todos los tacos que te has comido en tu vida.

-¿Y tú cómo crees que obtuve este buen trasero?

-Por genética -me responde burlón-. Porque eso no es de grasa, y estoy seguro que Matt lo sabe.

Ruedo los ojos por el comentario y porque Matt está sonriendo, y muy a mi pesar, les doy lo que quieren: las últimas abdominales para terminar mi rutina y el ejercicio del día. Yo solo acepté entrenar con ellos porque siento que en los últimos meses eh aumentado un poco de peso. No es que se me note mucho porque toda la vida eh sido un poco llenita y con todas las curvas bien colocadas en su lugar, pero como conozco bien mi cuerpo, sé que mi abdomen está creciendo un poco y es por tanto comer ya que nunca me eh limitado con ello, y antes de que se me vaya a las caderas, pues mejor decidí actuar.

Eh estado haciendo abdominales, sentadillas, un poco de cardio, spinning, y también lagartijas. La semana pasada, que fue la primera, fue un martirio poder levantarme de la cama para ir a trabajar luego de que las noches anteriores viniera a hacer ejercicio con los chicos, y aunque poco a poco voy tomando resistencia, aún me canso mucho y tiendo a quejarme a cada rato.

El primer día que todos me vieron llegar con Matt, pensaron que solo venía de espectadora y a hacerles compañía, pero cuando vieron que me quite la sudadera y que me cambié mi coleta por un moño alto, la cara de todos fue de sorpresa total.

-Ves, sí pudiste; solo que te gusta hacerte la difícil -comenta Nuno-. ¿Así fue cuando la estabas conquistando, Matt?

-No siempre soy difícil -hago una mueca-. Eso no sonó bien para mi reputación. Mejor ya cierro la boca.

Comienzo a ponerme mi sudadera y mi gorro y mientras me bebo casi de golpe lo que quedaba de agua en mi botella, escucho a Matt responderle en casi un susurro que sí me hice un poco la difícil. Sonrío para mis adentros. Luego comenzamos a despedirnos de todos.

-Oigan, antes de que se vayan -nos detiene Em-. Este fin de semana viene Prince y estábamos pensando en hacer una reunión en casa. ¿Están libres esos días? Sería que nos quedáramos todos ahí porque queremos hacer una fogata -Matt y yo intercambiamos una mirada-.

-Estamos libres. Cuenta con nosotros -le responde Matt por ambos-. Les llevaremos cosas para brochetas, así podemos asarlas en la noche.

-Genial. Gracias chicos. Solo les confirmaré la hora en que todo dará inicio.

-De acuerdo, Em. Te vemos mañana.

Nos dirigimos al auto y en el camino a casa, pasamos por una botella de vino.

-Mientras preparo la bañera ¿Nos puedes servir una copa? Oh, y en la nevera dejé un plato con cubos de queso para ti.

-Bien. Iré por ellos y te alcanzo en el baño.

Últimamente hemos comenzado a usar juntos la bañera de mi departamento, y hablo de juntos, porque indudablemente yo ya la había usado en ocasiones anteriores. Comienzo a llenarla de agua caliente y agrego esencias y sales de baño para que al terminar de llenarse ya esté lista. Mientras eso pasa, voy a mi habitación y tomo un pijama para mí y una para Matt, porque el hombre ya tiene un lugar en mi armario así como yo tengo uno en el suyo.

Tu refugio. [A Primera Vista #1] (Matthew Daddario)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora