Babysitter || COMPLETA Y EN EDICIÓN.

Capítulo 16

“Energía”

Octubre, cada año estás más que helado pensé mientras vestía con más y más prendas a los niños.

Hoy estábamos a tan solo dieciséis días de la presentación por Halloween y el principio de la temporada en la Universidad de Denver, como los ensayos comenzaban a las 16:30 solo me dio tiempo de dar de comer a los niños y prepararlos antes de que Scott llegase a recogernos.

—Perdón niños, sé que está frío —dije mirándolos ya que estaban sentados en el sofá.

—¿Te veremos cantar? —preguntó Tabs.

—Y bailar —agregó Tommy.

—Estarán en el carrito doble —dije tomando a Tris en mis brazos— ¿quién se sentará con Tris?

—Los tres juntos. —Tabita me miró seria—; sola me da mucho frío.

Le regalé una sonrisa y me paré para ayudarlos a bajarse del sofá. Revisé mi bolso por última vez: tres biberones, galletas y cereales de chocolate. Los pañales y las baby-wipes estaban listas al final del bolso junto con una pequeña muda de ropa para cada uno. Todo perfecto pensé y en cuestión de segundos, la bocina sonó. Tomé el bolso y lo pasé por mi cuello con mi mano libre, tome a Tommy y Tabs apenas terminé y abrí la puerta con mi mano semi-libre ya que Tris estaba en ella. Los niños corrieron al ver a Scott y agradecí con mi vida que lo hicieran ya que debía cerrar la puerta.

—Luces agotada —dijo Scott metiendo a los niños en el auto.

—Estoy agotada —respondí acercándome.

Scott le estiró los brazos a Tris y este casi se tira de los míos. En verdad lo querían y los entendía, lo veían más que a su padre.

Mientras éste metía a los niños en el coche me encargué de tirar el bolso y asegurarme que en el maletero estuviese el carrito, todo en orden.

—Vamos nena que el viaje a Denver es largo y tenemos poco tiempo —dijo abriendome la puerta del co-conductor.

Sonreí y me acerqué a este, teníamos tanto que hablar. La semana había sido una mierda y nada de lo que sucedía día a día, ayudaba.

—¿Música? —preguntó Scott a los niños mirándolos por el espejo retrovisor. Estos asintieron y una dulce canción comenzó a sonar.

—¿Cómo van las cosas con tu madre? —Me miró Scott—. Deben dejar de pelear, dice mamá que hoy Winona casi se desmaya, está muy alterada.

Cuando no, Winona siempre como víctima.

—No es mi culpa eso.

—No te estoy culpando, solo te estoy diciendo.

Resoplé y lo miré; —No dije que lo dijeras, actúas como si sí la fuese.

—Anna —dijo Scott, serio— nadie actúa para que te sientas culpable, sabes que no lo eres, pero ya basta de esto ¿vale? Peleas con tu madre, haces cargo de algo a tu madre de lo cual no es culpable.

—¿¡Y mía lo es!? Porque ella y mágicamente todos actúan como si la fuese —dije enojada. Ahora resulta que mi abuela esté pasando mal, es mi culpa. La edad, el hecho de que se pelee con todo lo que vive o que simplemente, no esté bien de salud, es mi culpa.

—Estás sensible, tu madre igual —dijo Scott tranquilo— Anna, tú no sabes cuanto más vaya a vivir tu abuela y tal vez ella se comportó horrible, pero ni tú, ni tu madre se deben pelear por estas cosas.

¡Dios Santo quítame ya de este coche! Parece papá intentando convencer de que me disculpe con mamá.

—Anna, tu abuela fue quien te crió —dijo serio.