Capítulo 46

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Nota: Este capítulo no tiene la intención de ofender a nadie ni fomenta este tipo de actos. El racismo es una de las mayores basuras de nuestra sociedad, matando mujeres, niños y hombres todos los días de nuestras vidas. 

Hay que parar con esto de una vez. 

Escribí esto en base a la reflexión, en base al dolor y la realidad. Traté de ser lo menos explícita posible porque para mí, al igual que para mucho de ustedes, es una situación dolorosa de imaginar y más aún de vivir. 

Espero guste el capítulo, acepto sus reseñas, comentarios y críticas.  

****

Llevamos planeando esta noche durante mucho tiempo.

Hemos tenido mucha suerte con las noches de temáticas, sobre todo las que son para aquellos sectores menos privilegiados socialmente aquí, como los latinos y las mujeres. No puedo olvidar la noche de mujeres porque eramos solo nosotras, disfrutando de música para mujeres que no hablaba de como debíamos vernos, actuar o las cosas que debíamos hacer para complacer un hombre. Era nuestro espacio. Y ahora, otra noche para mí, una noche para negros.

Es difícil serlo y si no te acostumbras a sobrevivir bajo el racismo, no vives.

Pero esta noche tendremos nuestro espacio, sin blancos mirando raro, acosando, cuestionando y torturando.

Estamos libres, por hoy, por una noche, libres.

Aunque me toca la parte menos divertida, que es la barra, estamos libres.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Matt, desde la cama mientras me arreglaba.

—Nerviosa —confesé— con lo que me cuesta contar, presiento que voy a perder dinero.

—No perderás dinero —dijo Matt, riéndose.

—¿Puedes pasar una noche más sin mi? —pregunté, acercándome a la cama.

Matt dejó el celular y estiró los brazos, así que me tiré sobre él.

—Me preocupa un poco, ayer estuviste con vómitos toda la tarde, pero sé cuánto deseas esta noche así que espero no vengas tan ebria como la noche pasada —dijo Matt, abrazándome.

—¡No se vale! Esa noche fue muy oh yes it's ladies night and the feeling's right —dije cantando —no volvere tan ebria.

—¿Pero si ebria? —preguntó riéndose.

—Por supuesto.

Las trenzas africanas pesan un poco, pero se me ven tan lindas que tenía que llevarlas para esta noche. Me puse una pollera de jean negro tiro alto bastante ajustada y una camisea de colores con la cara de Beyoncé en el medio. Qué noche.

Despedirme de Matt fue difícil, es como un mini abuelo y si es por él debería quedarme a dormir, pero no puedo, el deber de emborracharme me llama.

Nico y yo acomodamos todo, nos costó mucho encontrar un DJ que pasara tanta diversidad de música y costó muy caro, así que pase lo que pase, debíamos vender muchos tragos, así que decidió quedarse para ayudarnos, el detrás de la barra y yo repartiendo tragos e incitando a la gente a beber. Lo de siempre.

Abrimos y bueno, todo pasó como esperábamos y en media hora teníamos un bar lleno de personas emborrachándose. Que bien se siente.

La música africana es realmente asombrosa. Había escuchado, antes de hoy he escuchado mucha de la música que suena pero nunca aquí, con otra gente, intercambiando, bailando o simplemente disfrutando de la compañía del otro. Es simplemente fascinante.

—¿Cómo te llamas? —preguntó una chica, mientras dejaba su cerveza sobre la mesa.

—Anna, ¿y ustedes? —respondí simpática.

—Anna, deja de trabajar, podemos ir hacia la barra todos ¡disfruta! Que son pocos los momentos que tenemos para estar entre nosotros, soy Thalía, ven, vamos a bailar.

Dejé la bandeja sobre la mesa y me fui rápidamente con Thalía. Tenía razón y sé que Nico lo va a entender.

—Estos son nuestros momentos, que el niño blanco sea más simpático y venda por tí, disfruta niña que se van rápido —dijo Thalía, bailando.

Cerca de las tres de la mañana, después de bailar, cantar y beber, me acerqué a la barra por mi descanso.

—¡Es de locos! —dijo Nico— beben tanto que estoy por quedarme sin whisky.

—Es de las mejores noches de mi vida —confesé, tirada en la barra.

—Que buena idea hacer esto, estoy sumamente feli...

Antes de que Nico terminara de hablar varios disparos se escucharon. Venían de afuera. Todos se alertaron, la música paró de golpe y acompañado de ese silencio alguien abrió la puerta de una patada. Dos adolescentes blancos, con la boca tapada entraron con dos escopetas. Los gritos comenzaron a surgir y con ellos, los disparos. Estaba en shock, no me podía mover, ni respirar, no podía hacer nada. Nicholas y un chico me tomaron y arrastraron por detrás de la barra. Los tres nos escondimos bajo ella. Pero ninguno reaccionaba. Las lágrimas comenzaron a brotar sola, cada disparo silenció un grito. Íbamos a morir. Mi cuerpo entró en estado de alerta, el sudor frío comenzó a recorrerme y las ganas de huir aumentaron. No podía soportarlo más, iba a morir, ellos venían a por nosotros.

—No hagan ruido —dijo el chico, mientras temblabamos.

—Los están matando —dije, en medio de las lágrimas— vienen a por nosotros.

Nico intentaba llamar a la policía, pero no podía, apenas podía moverse. Todo era caótico, mis oídos entraron en un pitido, no escuchaba nada y todo se movía lento. Una sombra se veía por el costado, era uno de ellos.

—Malditas ratas de mierda —dijo, y tomó su escopeta— vayanse al infierno, escorias.

Tomó su escopeta y disparó, este era nuestro fin.

Continuará... 


Babysitter || COMPLETA Y EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora