Capítulo 17

10.3K 639 83
                                    

“La cita”

—¿Rojo? —preguntó Matt pasando la corbata por su cuello.

—Para qué preguntas si haces lo que quieres —dije desde el sofá— debes ir sin corbata.

Matt rió y se quitó la corbata; —¿Traje y no corbata?

—Yep. —Me tire más en el sofá—. Debes ir informal si sales a una cita con tu jefa…

—Te despediré si sigues atormentándome —dijo riendo mientras iba al baño dejando la corbata tirada por el camino— ven, ayúdame con la barba.

Reí y me pare con poca gana, fui a donde estaba mi desesperado jefe, que por lo visto, las citas no eran lo de él y ya estaba por volverme loca. La luz del baño le favorecía tremendamente con ese traje gris y las caras que hacía frente al espejo, bombón argentino.

—Es una cita, no una cena con el presidente —dije con un tono malicioso acercándome y sentándome en la mesada.

—Hace casi seis años no tengo citas —dijo entregandome una navaja— a cero, quiero parecer un bebé.

Reí ante su comentario y voltee para tomar la espuma de afeitar, en cuestión de segundos Matt abrió mis piernas y se colocó entre ellas sonriente. Un calor recorrió mi cuerpo pero este no me detuvo y seguí con mi trabajo, agité y llené mi mano de esta. Pasé ambas manos ya con crema por la barba de Matt y tiró su cabeza hacia atrás para que pudiese pasar de ésta en su cuello. No se porqué, me gustaba más de lo normal, se había puesto sexy e innegablemente, estaba para chuparse los dedos. Analia, ubicate en tu palmera pensé al acercarme a él.

—No me cortes, loquita —dijo al sentir la navaja en su cuello.

—¡Rayos! Justo cuando pensé en hacerlo tu petición me lo impide —bromeé.

—¿Que carajos? Eso sonó tan formal —dijo riendo.

—Las trenzas me dan inteligencia —dije concentrada— ¡cuanto pelo tienes hombre!

Matt rió y comentó con una dulce voz ronca; —Hablando de trenzas. —Llevó sus manos a mis piernas—. Me encantan, de verdad.

Mi corazón se aceleró apenas sentí su tacto haciéndome tragar saliva, ¿y qué tú no te chupabas los dedos? ¡Mentirosa! me dije mientras seguía con mi trazo intentando no reír y cortar su cuello. Mi cerebro y yo somos malos amigos.

Lo hice delicadamente, no quería herirlo o hacer el trabajo más rápido; disfrutaba del silencio, de sus manos pasando por mis rodillas y muslos o simplemente, tocarlo.

—¿Crees que las trenzas me hacen ver más niña? —pregunté cuando llegué a su mentón.

—Te hacen ver distinta —dijo mirándome de reojo— no necesariamente joven.

—¿Entonces cómo? —Puse mi dedo sobre su labio inferior para poder cinchar de este y quitar todos los pelos con la navaja.

—Linda, se te ven muy lindas y te ves muy linda —dijo mirándome al liberar su labio.

Una pequeña sonrisa se formó en mi y la sangre en mis mejillas tomó calor rápidamente.

Mientras que seguía quitando la mata de pelo sus ojos recorrían mi rostro, intenté no mirarlo pero me fue imposible, era penetrante y a cada ratito nuestras miradas se conectaban.

—Recuerdo cuando recién habías comenzado —dijo concentrado en mi rostro— casi no me hablabas, me respondias con prepotencia y ahora estas de piernas abiertas hacia mí, zorra.

Babysitter || COMPLETA Y EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora