Odio Amarte#1 Trilogía EDL

Capítulo 1 Jamie

Y llego el gran día, por fin estaba en la Universidad. Yo, Jaime Davies, estaba a punto de cumplir mi sueño. Tenía ganas de gritar, llorar, reír... Se podría decir que era una loca completamente feliz.

Desde que tenía memoria había querido ir a la Universidad de Boston, donde también habían estudiado mis padres, aunque en este momento ese era un dato que intentaba ignorar con todas mis fuerzas. Desde hacía un tiempo había recuerdos que simplemente me gustaría olvidar.

Los cambios que había sufrido mi familia durante este último año no habían sido nada fáciles, sobre todo para mi madre. Había tenido que volver a trabajar, lo había dejado cuando se quedó embarazada de mí para dedicarse a su familia. Y ahora después de tantos años de esfuerzo en los que había conseguido ser la mejor cirujana pediátrica de Pittsfield, la ciudad donde vivíamos, había tenido que volver a estudiar y realizar una serie de exámenes para recuperar su plaza en el hospital.

Además el dinero que entraba en casa ya no era la misma cantidad. Mi hermana mayor, Allison,  nos había estado ayudando con parte de su sueldo, y yo me decidí a cursar el primer año de carrera a distancia para así intentar ahorrar algo. Además de esa forma también podía ayudar a mamá con mi hermano pequeño Max, ya que durante un tiempo no se había podido ocupar de él tanto como le gustaba.

Sé que algunas personas, como mi novio, no lo entendieron, pero no quería que mi madre me ayudara con su dinero. Bastante tenía con intentar volver a organizar su vida. Prefería esforzarme más durante ese primer año y sacarme las materias que pudiera a distancia. Ya me mudaría cuando de verdad pudiera costear yo todos mis gastos.... Eso pensé en aquel momento. Y gracias a Dios el día había llegado, después de mucho esfuerzo me habían otorgado una beca, que orgullosa había aceptado sin pensármelo dos veces.

Estar por fin en Boston me hacía increíblemente feliz, aunque sabía que iba a echar muchísimo de menos a mi familia, sobre todo a Max que en sus ocho años de vida nunca nos habíamos separado. Pero también hacía esto por ellos, sobre todo por mamá que fue la que más culpable se sintió cuando le conté mis planes de quedarme en casa durante mi primer año de universidad.

–Señorita Davies, aquí tiene las llaves de su habitación - estaba tan inmersa en mis pensamientos que pegué un pequeño salto del susto y me giré con las mejillas rojas y una sonrisa de disculpa hacia la mujer que me hablaba.

– Lo siento, estaba distraída mirando todo esto –dije señalando el edificio de la residencia universitaria. -¡Es genial! – comenté mientras cogía las llaves. Ella me sonrió amigablemente mientras me daba las indicaciones para llegar a mi habitación que se encontraba en el noveno piso, el último.

Me encaminé hacia los ascensores tirando de mis dos maletas y cargando mi mochila con unas ganas enormes de soltar todo, y dormir unas quince horas del tirón. Justo en ese momento me acordé de que Tracy y Connor no me estaban esperando a las puertas de la residencia como me habían dicho el día anterior. Me pareció raro, pero no tuve mucho tiempo para pararme a pensar en ello porque en ese momento sonó una campanita anunciándome que había llegado a mi destino.

Sabía que para llegar a la que iba a ser mí habitación durante los próximos meses tenía que girar a la izquierda, y justo cuando estaba a punto de hacerlo me choqué contra algo, o más bien alguien, y mis maletas y yo acabamos en el suelo.

–Mira por dónde vas, enana - fue lo primero que oí y mi cabeza saltó como un resorte hacia arriba buscando de donde venía esa voz. 

Un chico de pelo castaño algo más claro que el mío, y bastante más alto que yo, y no, no soy muy baja, mediré alrededor de 1'68, me miraba enfadado desde arriba. Era guapo, eso no se podía negar, y parecía bastante musculoso por cómo se le pegaba a los brazos la camiseta negra de manga corta que llevaba. Sus ojos marrones que me miraban con enfado tenían un brillo especial.