– ¿Cómo ha ido la clase, Jamie? – preguntó la señora Bruins entrando a la sala en la que tan solo quedaba yo recogiendo.
–Genial, todas las niñas son adorables – respondí con una sonrisa – Las echare de menos estos días.
–Estoy segura que ellas a ti también. Sé que están felices de tenerte como profesora y sus padres también, por eso estoy aquí – me explicó mientras me acercaba a ella sin entender que donde quería llegar con todo aquello – Ten – dijo alargando el brazo al ver que no decía nada – Tu sueldo te lo ingresaré a principios de mes como siempre, pero ahí tienes un pequeño adelanto.
–Eh no sé qué decir.... Muchas gracias señora Bruins – reaccioné por fin cogiendo el sobre que aun sujetaba estirando el brazo hacia mí.
–No hay nada que agradecer, te lo has ganado. Todos estamos muy contentos con tu trabajo, yo la primera. Pero no me llames señora Bruins, Jamie. Solo Theresa, hay confianza – me recordó haciendo una mueca de desagrado que me hizo reír. Desde luego Hill se parecía mucho a su madre.
–Tienes razón, Theresa – asentí con una sonrisa – Y muchas gracias, no solo por esto – dije mirando el sobre en mis manos – Por el trabajo en sí, y por todas las facilidades.
–Cielo, son las que te mereces – comentó acariciando con cariño mi brazo – Además sabes que adoro a Allison como a una hija más, y contigo no iba a ser diferente. Nos vemos a la vuelta de vacaciones ¿no?
–Claro – respondí feliz – Aquí estaré, Theresa. Que Hill y tú tengáis una Feliz Navidad.
–Igualmente, Jamie. Disfruta mucho con tus hermanos y tu madre, y envíale recuerdos de mi parte.
Asentí con una sonrisa y tras un abrazo de despedida, la señora Bruins salió de la sala. Trabajar en esta academia y rodeada de estas increíbles personas era de las mejores decisiones que había tomado desde que había llegado a Boston. Al princpio había dudado si aceptar la propuesta de Alli, sustituirla aquí donde trabajaba su mejor amiga y la dueña era la madre de esta, me daba miedo. No quería defraudarlas o no ser lo que esperaban, por mucho que tuviera todos mis estudios en baile. Pero me había enamorado de este sitio desde el primer día, me encantaba mi trabajo aquí y las personas con las que lo compartía. Y Theresa no podía ser más encantadora, no solo me daba libertad a la hora de organizar mis clases, sino que también era generosa. El sueldo era muy bueno para solo trabajar los fines de semana, y gracias a este pequeño adelanto iba a poder estar más desahogada estos últimos días del mes.
Me metí en el vestuario donde había dejado todas mis cosas, y como tenía tiempo de sobra hasta la hora que había quedado con Hill y mi hermana, pude ducharme y cambiarme con calma. Hillary no me había dado más opciones ayer así que no me quedaba más remedio que poner buena cara e ir con ellas a comer. No me apetecía nada, prefería volverme a la residencia y meterme en mi cama hasta que llegara el martes por la tarde y Liam y Allison fueran a recogerme para irnos a Pittsfield. Pero como eso era imposible, mi plan era esconder lo que sentía detrás de mi aspecto. Me había traído ropa para arreglarme y mi neceser de maquillaje, asi Alli y Hill no sospecharían que por dentro estaba destrozada y yo me sentiría con más fuerza para fingir que todo estaba bien. Me puse una base de maquillaje suave tampoco quería parecer un payaso, pero destacando más mis ojos de lo que lo hacia normalmente. Además puse un toque de brillo con color rosa en mis labios, solté mi pelo que se había quedado más ondulado de lo normal por el moño que me había hecho para dar clase. Me cambié poniéndome una falda de cuero negra, con un top blanco de cuello alto; y aunque me gustaba ir sin medias, el frío que hacia me obligó a combinarlo con unas de color negro, al igual que mi abrigo. A la hora de elegir los zapatos había dudado un poco más, mi primera intención fue traerme mis converse blancas. Pero la baja temperatura me hizo cambiarlas en el último momento por unos botines negros con un poco de tacón. Estaban un poco viejos de tanto uso que les había dado, pero eran mis preferidos y mientras no me comprara unos nuevos eran los que iba a usar. Tenía muchísimas ganas de tener unas botas de doble suela de la marca Dr. Martens, pero su precio se iba de mi presupuesto y aunque mamá me había preguntado qué quería de regalo de Navidad me había dado mucho palo pedírselos. Aunque quizás ahora con el adelanto de Theresa y ahorrando una parte mi sueldo podría comprármelas.
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Odio Amarte#1 Trilogía EDL
Teen FictionJamie por fin ha conseguido cumplir su sueño de ir a la Universidad. Los problemas familiares que ha tenido durante este último año, y su orgullo por mantenerse sola y no pedirles nada a sus padres, le traerán más de un dolor de cabeza. Aunque ningu...