Creo que puedo decir que era uno de los primeros días desde que estaba en Boston que me levantaba realmente feliz. Parecía que en apenas veinticuatro horas habían pasado millones de cosas, pero en realidad solo había ocurrido una: había dado un paso adelante con mi vida, dejando atrás todo lo que me hacía daño. Por supuesto, eso no quería decir que el dolor se hubiera ido, seguía ahí, latiendo con fuerza, pero ya era hora de olvidar todo, y hacer lo que realmente me diera la gana sin pensar en nadie más que en mí.
Estaba muy contenta por haber recuperado mi amistad con Kat o más bien haberla afianzado, porque nunca la había llegado a perder. Ayer me había demostrado, como había hecho desde que la conocí, que era una persona maravillosa y que la iba a tener en mi vida para siempre. Claro, que me sentía culpable porque su amistad con Tracy se hubiera roto, entre ellas no había ocurrido nada directamente, pero entendía la lógica de Kat. Si a mí Tracy conociéndonos desde hace tantísimo tiempo me había traicionado, cómo podía Kat confiar en ella que la conocía desde hacía muchísimo menos. No podía evitar cierta pena, sabía lo doloroso que era perder a tu mejor amiga, y más lo tenía que ser quedarte totalmente sola, por muy mal que lo hubieras hecho. De cierta forma, me consolaba pensar que Tracy por lo menos seguía teniendo a Mark.
Después de ducharme y vestirme, salí al balcón para que el pelo que todavía tenía húmedo se me secara un poco con el aire, odiaba usar el secador. Estando aquí fuera era imposible no pensar en la persona que estaba al otro lado de la pared. La tarde anterior con Jayson había sido perfecta, bueno casi, siempre había algún comentario ególatra de capullo empedernido que empañaba la situación. Quitando esos detalles tan de Jayson, me había encantado estar tan bien con él. Al principio me dolió que me dijera que no quería que fuéramos amigos con derechos, estaba segura que entre nosotros había algún tipo de química, y que se negara fue como si me tiraran un jarro de agua fría. No pude evitar sentir vergüenza por haber pensado que yo le gustaba, pero la reacción que tuvo después de que le preguntara si ese era el motivo me quitó cualquier tipo de duda.
La forma en la que Jayson me había cogido en brazos, me había besado y se había tumbado encima de mí en la cama, me había sorprendido. Había tenido ese tipo de encuentros con Connor, pero la manera en la que lo había hecho Jayson era mucho más enérgica, con más ganas... con más experiencia. Suponía que con mucha práctica, eso era lo que se conseguía, que con unos simples besos consiguiera hacerme sentir tantas cosas. No paraba de preguntarme hasta dónde hubiera llegado Jayson sino le hubiese parado. Estaba muy segura de lo que quería, quería ese tipo de relación con Jayson, sin compromisos, ni malos rollos. Aunque, también tenía claro que no me iba a acostar con él el primer día. En comparación con Jayson no tenía ningún tipo de experiencia, y no podía evitar ponerme nerviosa al pensar en ello. Evidentemente el sexo estaba implícito en una relación de este tipo, y no es que no pensara hacerlo, solamente quería sentirme cómoda y segura cuando pasara.
Hacía un tiempo me imaginaba que cuándo perdiera mi virginidad con Connor, lo haría de una forma especial, en un fecha concreta, en un sitio bonito... todo muy romántico. Siempre que mi ya ex novio quería ir un paso más allá yo le paraba, no quería hacerlo en cualquier sitio o sin darle importancia que para mí tenía entonces. Ahora, sinceramente, después de todo lo que había pasado no me arrepentía de haber parado tantas veces a Connor. Además, algo había cambiado en mi cabeza, como si una de las piezas hubiera hecho un click, y ya nada de eso me importaba. Ya no creía en el amor de pareja, ni en las relaciones; no le debía explicaciones a nadie y mi cuerpo era solo mío. Perdería mi virginidad con quién quisiera, y en el momento en el que me apeteciera, solo cuando me sintiese realmente a gusto. Ya no iba a preparar nada, me iba a dejar llevar por lo que sintiera en cada momento.
Al bajar a desayunar al comedor como todas las mañanas, a diferencia de los otros días, esta vez seguía parada en la puerta. Había bajado sin pensar, por simple rutina, pero al estar justo en la entrada del comedor todo lo que había pasado estos últimos días vino de nuevo a mi cabeza. Connor y Tracy podían estar ahí dentro, y lo que menos quería era montar alguna clase de numerito delante de toda la residencia. Además, todas estas semanas me había sentado en la misma mesa, acompañada de ellos, ¿qué iba a hacer ahora? ¿Sentarme sola en otra mesa?
ESTÁS LEYENDO
Odio Amarte#1 Trilogía EDL
Teen FictionJamie por fin ha conseguido cumplir su sueño de ir a la Universidad. Los problemas familiares que ha tenido durante este último año, y su orgullo por mantenerse sola y no pedirles nada a sus padres, le traerán más de un dolor de cabeza. Aunque ningu...