–Jay, tío. Tu turno – me avisó Evan para que lanzara. Era domingo por la noche y estábamos jugando una partida de dardos en el bar de Tom – Llevas toda la puta partida igual.
–Si solo fuera durante la partida – comentó Colin un poco molesto.
Mis amigos tenían razón llevaba dos semanas de un humor de perros, pero no tenía putas ganas de nada. Nunca pensé que me iba a enamorar, y mucho menos que la jodida primera vez que lo hiciera la chica me iba a mandar a la mierda. Y joder, no solo dolía que me hubiera dicho que no, saber que tenía a Jamie pared con pared, a solo a unos pocos metros de mí me ponía de una mala ostia que ni yo mismo me podía aguantar.
– ¿Por qué no hablas con ella de una vez e intentas solucionar todo? Por lo menos para que vuelvas a ser una persona, y no un puto zombie.
– Y para que la situación no sea tan incómodo para los demás – cortó Evan a Colin.
La tarde después de hablar por última vez con Jamie, en la cuál se negó a ser mi novia aun diciendo que me quería y estaba enamorada de mí, lo que hacía que me jodiera el doble, desaparecí de la residencia. Al poco de que Jamie se fuera de mi habitación, yo también salí de allí, me fui al único sitio dónde sabía que podía dejar salir mi ira sin que nadie hiciera preguntas entrometidas ni lo viera extraño. Acabé con un par de moratones, y mucho más tranquilo, pero todavía sentía una sensación de malestar que me recorría todo el cuerpo. Sobre todo porque solo lo único que me apetecía era ir a buscar a Jamie al jodido sitio dónde estuviera, y besarla hasta que se diera cuenta que estábamos destinados a estar juntos.
Como buen gilipollas, mi orgullo no me permitía arrastrarme después de que me hubieran rechazado, y como tampoco quería encontrarme con nadie me fui a uno de los bares que estaban en la carretera que va hacia el campus. Sentado en la barra empecé a beber, hasta que el maldito nombre de Jamie solo fue un bonito recuerdo en mi cabeza. En algún momento de esa larga noche recuerdo haber llamado a mis amigos que ante mi tono de voz, los dos se presentaron rápido en aquel tugurio. Colin y Evan me conocían bien y sabían qué que yo estuviera en ese estado no podía presagiar nada bueno.
– ¿Jayson, colega, qué ha pasado? – preguntó Evan nada más acercarse a mí, que seguía en la barra del bar. Después de unas cinco cervezas iba ya por el tercer chupito o eso creía, debía estar haciéndome efecto porque cada vez que mi amigo se movía veía dos Evans.
–Me ha dicho que no – comenté riéndome de lo rápido que se movía.
– ¿Quién te ha dicho que no, Jay? – preguntó tranquilo Colin quién también se había acercado, y parecía que bailaba al lado de Evan.
–La enana. Le he confesado lo que sentía. Me ha dicho que me quiere, pero que no puede estar conmigo – confesé como pude. No sabía si por lo que dolía o por la borrachera que tenía encima.
– ¿De qué habla? – oí que le preguntaba Evan a Colin con cara de susto. Lo que me hizo partir de risa.
– ¿Hablas de Jamie? – preguntó Colin a la vez que me quitaba el vaso que me estaba llevando a la boca – Antes ha ido a buscar a Kat a su habitación y tampoco parecía estar muy bien.
–Sí, hablo de esa maldita chica de ojos azules que se ha metido en mi cabeza, y no me deja jodidamente en paz. Todo el puto rato se me parece aquí – dije dándome golpes en la frente, lo que hizo reír a Evan y yo me uní a sus risas.
–Tío, joder, no le sigas el rollo. ¡Mira como está! – protestó de mal humor Colin.
–Eh, venga, no discutáis. ¡Chupitos para todos! – grité llamando la atención del camarero. Un hombre corpulento de unos cincuenta años lleno de tatuajes al que rápidamente mis amigos le dijeron que no sirviera nada – Sois unos aburridos.
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Odio Amarte#1 Trilogía EDL
Teen FictionJamie por fin ha conseguido cumplir su sueño de ir a la Universidad. Los problemas familiares que ha tenido durante este último año, y su orgullo por mantenerse sola y no pedirles nada a sus padres, le traerán más de un dolor de cabeza. Aunque ningu...