Capítulo 2 Jayson

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¡JODER! Lo que me faltaba. Después de la bronca que acababa de tener con mi padre por teléfono, lo primero que me encontraba al salir de mi habitación era a una loca que no paraba de echarme la culpa cuando era ella la que estaba mirando por dónde iba.

Menos mal que había llegado Kat y se la había llevado, porque un minuto más delante de ella y no sé qué hubiera hecho. Al principio me estaba divirtiendo a su costa viendo cómo se cabreaba al llamarla enana, pero cuando había empezado a insultarme me habían entrado ganas de cogerla como un saco de patatas y llevarla hasta la jodida puerta de entrada, bueno en este caso más bien de salida.

Todavía seguía parado en el pasillo cuando oí como se cerraba la puñetera habitación de la enana, y sí ese iba a ser su nombre, ya que tanto le molestaba. Aunque creía recordar que Kat la había llamado Jaime o algo así, poco me importaba. Acababa de llegar y ya me había puesto de los putos nervios.

Bueno me llevaba poniendo así desde hacia una semana. Y es que resulta que su jodida habitación estaba enfrente de la mía, según me dijeron cuando intenté insistentemente que le dieran otra, era la única que quedaba libre. Ahora iba a tener que compartir mi balcón con ella, ya que sólo se separaba del suyo sólo por un pequeño muro. Además de los putos ruidos que había tenido que aguantar por los arreglos que habían estado haciendo.

Pasaba de seguir dándole vueltas al tema por qué era lo único que me faltaba hoy para terminar de explotar. Me metí en el ascensor para bajar al gimnasio que había en la planta baja, de alguna forma tenía que descargar la rabia que me recorría todo el cuerpo. Además de que me vendría bien empezar a ponerme a tono para los entrenamientos que empezaban mañana.

Cuando llegué allí ni me lo pensé, me puse los guantes de boxeo y no tardé ni dos minutos en empezar a golpear al saco con todas mis putas fuerzas. Las palabras de mi padre se reproducían una y otra vez en mi cabeza.

La conversación con Andrew, a veces era más fácil dirigirme a él por su nombre, había acabado como todas las que teníamos desde hacía seis años. A gritos por su parte exigiéndome estar el viernes que viene en casa para comer "en familia", y colgando el móvil por la mía en cuanto había escuchado su tercer grito.

No tenía ni puta idea de cuánto tiempo llevaba aquí dando puñetazos, pero estaba sudando y necesitaba que algo de líquido bajara por mi garganta. Justo me estaba quitando los guantes cuando oí como la puerta se abría.

–Ey tío, te estaba buscando – dijo Colin caminando hacía mí. Una pequeña sonrisa asomaba en su cara – ¿Qué? ¿Soltando toda tu ira?

Ni me molesté en contestarle, éramos amigos desde los ocho años, cuando nos conocimos en el que fue nuestro primer equipo de fútbol. Por lo que sabía perfectamente cuál era el motivo por el que estoy boxeando. Se ha convertido en una costumbre hacerlo cada vez que se tocaba el tema familiar.

Me quité la camiseta para limpiarme el sudor del rostro mientras Colin seguía hablando.

– ¿Has visto ya a tu nueva vecina? Kathe lleva unos días insoportable, hablando de las ganas que tiene de conocerla y no sé cuántas cosas más – comentó mientras yo acababa de recoger lo que había usado y salíamos de allí.

–Pues entonces se van a llevar de puta madre, porque la nueva es tan insoportable como ella -dije con una sonrisa para al segundo notar el empujón de Colin por meterme con su novia.

Me reí a carcajadas al ver como ahora la defendía por cualquier cosa, pero cuando de pequeños se conocieron gracias a mí, se odiaban. Me acordaba perfectamente de la cara de mi amigo cuando le dije que la niña rubia que me había ido a verme jugar ese día, y a la que él acababa de dar un balonazo, era mi prima.

– ¿Por qué dices que es insoportable?

–Porque lo es. Se ha chocado conmigo al salir del ascensor y se ha puesto como una energúmena a insultarme – solté enfadándome al momentos según me acordaba.

La risa de Colin resonó en el ascensor mientras subíamos a nuestras habitaciones.

–No te creo, sería la primera mujer sin contar a Kathe y Nicole que te insulta. Y encima sin conocerte. Es buenísimo tío – dijo sin parar de reír.

–Yo no le veo la gracia.  Y que se ande con cuidado, porque conmigo las cosas no funcionan así.

– ¿Y qué tal es? Me refiero a físicamente, ¿está buena? – me preguntó con curiosidad.

Ahora el que me reí fui yo.

–Da gracias que soy tu amigo, y no le voy a decir a Kat que me has preguntado eso – dije cuando termine de reírme – Y si por lo que he visto no está mal – acepté recordando sus ojos azules y sus largas piernas en las que me había fijado mientras se estaba sacudiendo los pantalones – Pero ni todo eso compensa lo jodidamente loca que está. A parte puede ser que no sea ni mayor de edad.

–No, según me ha contado Kat tiene diecinueve como ella, así que solo es un año más pequeña que nosotros. Lo que pasa es que no estudió el primer año aquí.

Eso era algo bueno, supongo...

Me despedí de Colin con un choque de puños al llegar a nuestro piso, ya que su habitación estaba por el pasillo de la derecha.

Fui rápido hacia la mía y me metí en la ducha para quitarme todo el sudor del cuerpo. Me sorprendí al no oír nada de ruido proveniente de la otra habitación, me imaginaba que iba a tener que aguantar sonidos molestos los primeros días mientras mi "querida" vecina colocaba todas sus cosas.

Sin darle muchas vueltas y agradeciéndolo en mi fuero interno, una vez cambiado salí de vuelta a los ascensores para ir al comedor. Después de cenar entre risas, y es que la mesa del equipo de fútbol siempre era así, me volví a mi cuarto. Habíamos quedado en no trasnochar hoy, mañana nos esperaba un día duro. Vuelta a la rutina, clases por la mañana y entrenamiento durante toda la tarde, no me quería ni imaginar lo que nos tenía preparado el entrenador Maxwell para recuperar la forma después del verano.

Me asomé a mi balcón para fumarme un cigarro, pensando en el cabreo que se pillaría éste si supiera que no lo había dejado como le prometí la temporada pasada. Cuando escuché la voz de la enana. Giré mi cabeza y la vi por el reflejo del cristal, hablaba por teléfono.

Le recorrí el cuerpo con la mirada, fijándome en el pantalón corto y la blusa de tirantes que llevaba como pijama. La verdad es que estaba muy buena. Subí hasta su cara y me fijé en su pelo castaño oscuro, que a diferencia de esta mañana lo llevaba recogido en una coleta alta, y que contrastaba con sus ojos azul claro.

–Yo también te quiero mucho Max, cuídate y llámame todos los días ¿vale? – la oí decir.

¿Sería su novio? Seguro que él estaba en otra universidad y era de las típicas chicas controladoras que necesita saber todo lo que hacían sus parejas. El sólo pensamiento de que mi nueva vecina fuera una novia controladora me hizo reír.

Escuché de nuevo como decía "te quiero", y no sé si fue su voz o las palabras que dijo, pero algo reaccionó dentro de mí haciéndome apagar el cigarro de golpe. Me metí en la cama cabreado con ganas de que acabara ya este maldito día.


!!!Hola a todos!! Ya estoy de vuelta con el segundo capitulo, esta vez narrado por Jayson. Espero que lo disfrutéis y no dudéis en dejar vuestros comentarios, me encantaría saber vuestra opinión. Y si os gusta no os olvidéis de votar ;)

Vuelvo pronto, besooosss

Odio Amarte#1 Trilogía EDLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora