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Por instinto quise retroceder he irme pero entonces Hongbin me vio fijo a los ojos logrando que me quedara tan quieta como una estatua, una sonrisa se mostró en sus labios obligándome a bajar la mirada, tenía miedo de él pero debía de cortar la llamada con Ravi antes de que Hongbin quisiera quitarme el celular o algo así.


—Entendido, nos vemos— Le dije en voz baja a Ravi he inmediatamente corte la llamada guardando mi celular dentro del bolsillo de mi pantalón.


—¿Quién era?— Me pregunto Hongbin asiendo que me tensara, el estar a solas con él no era bueno.


Sin saber que responderle decidí solamente guardar silencio, estando en la universidad al menos espero que se comporte como una persona aun si me odia.


—Pensé que habías muerto al quedarte sola pero estas aquí,... ¿Cómo lo lograste?— Volvió a hablarme Hongbin pero esta vez el eco de sus pisadas dirigiéndose hacia mi me pusieron alertas ante una evidente amenaza.


Este al llegar frente a mí y al ser más alto que yo bajo la mirada pero aun así no podía verle a la cara, no ahora que siento mi corazón salirse de mi pecho.


Hongbin arto de mi comportamiento llevo su mano a mi mentón y con brusquedad me obligo a levantar la cara para así verlo a los ojos.


—Maldita gata...solo me voy por un tiempo y ya te dejas coger por otro— Me dijo Hongbin con total autoridad sobre mí, sin importarle en lo más mínimo lo que me hizo cuando solo tenía doce años, doce putos años.


La forma en la que me veía me daba asco, odiaba cada parte de mi cuerpo que estaba siendo tocado por Hongbin. —...No importa que tan rudo sea ese imbécil con quien te revuelcas, sé que no me has olvidado— Me dijo con descaro antes de marcharse dejándome sola con un asqueroso hueco dentro de mí.


El recuerdo de Hongbin golpeándome en el piso de mi casa y el sabor de mi propia sangre es algo que experimente a los doce años, exactamente tres meses después que mi madre falleció.


No tenía a nadie y mi sola existencia era odiada por una familia completa sin que pudiera comprenderlo, no entendía eso de que mi madre era la amante de el padre de Hongbin. Había veces en las que el padre de Hongbin me trataba bien pero otras ni volteaba a verme, viví confundida pero si tenía a mi madre las cosas eran más fáciles y con eso era más que suficiente.


Hasta el día de hoy mi madre ha sido la única que me ha tratado con amor y delicadeza, un amor puro y tierno que ahora parece un vago recuerdo. Fue hasta después de su muerte que me entere de la verdad,...mi madre y yo éramos la segunda familia del padre de Hongbin quien también es mi padre.


La madre de Hongbin le dio a elegir entre ella y Hongbin o quedarse conmigo para cuidarme, claro, no me eligió, ¿Por qué habría de hacerlo?, no es como si alguna vez me hubiera querido como su hija.


Me quede sola, completamente sola por tres largos meses hasta que Hongbin entro a mi casa ya que al parecer sabia donde dejábamos la llave de repuesto, creía que quizás podríamos ser hermanos aunque no estuviéramos complemente relacionados por la sangre pero como si le hubiera contado un chiste Hongbin solo se rio de mí.

Cadenas dulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora