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Sentía una luz proviniendo desde enfrente, mis parpados se sentían pesados pero al intentar moverme distinguí que me encontraba acostada en una cama, moví mi mano disfrutando de la frialdad de las sabanas pero aunque me encontraba realmente cansada el recuerdo de Hongbin vino a mi mente como un balde de agua fría.


Abrí los ojos al sentarme en la cama, estaba asustada de no poder comprender lo que había pasado y entonces...frente de mi un Ángel apareció ante mis ojos, hipnotizando mis mirada solo podía verlo a él como tomaba asiento en la cama.


Su piel blanca, las facciones de su rostro y esa mirada diferente al de los demás creo en mí un nudo en mi garganta, era un sentimiento extraño, nuevo pero también se sentía como si tal sensación ya la hubiera vivido, no podía ver con claridad su rostro ya que los rayos del sol me daba directo en los ojos por lo que solo podía verlo un poco sin contar que aún me sentía aturdida.


Llevo su mano a mi mejilla y como la sensación de una rosa de fuego sus dedos dejaban un agradable cosquilleo. —No dejes que te vean llorar...— Me dijo con una voz tan clara y confiable que sin duda pude reconocerlo.


Sabía quién era aunque no comprendía porque él estaría aquí, entre todas las personas mi maestro Ken limpiaba mis lágrimas con sutileza sin embargo...se sentía como si pudiera dejarme guiar por él.


Quizás...no sea el maestro Ken si no un Ángel. —¿Morí?


Tal vez era por la situación en la que mi vida se encontraba que no me importo romper en llanto delante de él, como si dejara todas mis cargas escapar con mis lágrimas solo seguí llorando sabiendo que solo se escuchaba mi patética voz en esa habitación.


Ese ángel se mantuvo en ese mismo lugar sin moverse mientras sostenía mi mano en medio de sus dos manos, tan cálido que incluso envolvía mi corazón y al terminar de llorar levante la vista para verlo a lo que el gentilmente me sonrió.


—...¿Estoy muerta?— Le pregunte finalmente al sentirme un poco más tranquila.


—¿Por qué lo crees?— Me pregunto al llevar una vez más su mano a mi mejilla limpiando el resto de mis lágrimas.


—¿No eres un Ángel?— Le conteste sin rodeos a lo que él sonrió bajando la mirada por unos segundos y al levantar su rostro podía distinguir un ligero sonrojo en sus mejillas.


—Si te refieres a mí de esa manera durante clases no podre controlar mi sonrojo— Me dijo avergonzado aunque también feliz.


Voltee a ver a mi alrededor, la habitación era amplia con piso de madera, la cama en la que estaba era de tamaño matrimonial y a los lados de la habitación había repisas con libros en ellas al igual que diversos adornos los cuales no podía distinguir desde donde estaba, en la parte del techo había un hermoso candelabro que no pude evitar admirar por unos segundos para después mirar nuevamente a Ken.


Lleve mi mano lentamente hacia mi rostro pero al tocarme pude sentir dolor el cual me aclaro que efectivamente Hongbin había hecho eso. —...No viste quien me hizo esto...¿cierto?— Le pregunte antes de cometer algún error y pronunciar su nombre por equivocación.

Cadenas dulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora