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—Puedo mandarte al extranjero— Me dijo seriamente como si ya hubiera hecho todo el plan en su mente, un plan que no me gustaba.


—...No quiero— Le conteste al sostener la cajita de leche entre mis dos manos, dejándome sentir el frio de esta.


—Serán solo unos años, después— Me explicaba Ravi en calma pero no quería escuchar eso de él.


—Eso no servirá,...solo dame tiempo— Le conteste esperando que comprendiera...o que solo lo dejara pasar.


—...Tiempo...¿para qué?, si lo permito el seguirá lastimándote— Me dijo Ravi con desesperación.


—...Podríamos turnarnos para cuidarla, como soy su maestro me es fácil vigilarla y los fines de semana la traeré contigo directamente— Propuso esta vez Taekwoon sorprendiéndome ante su idea.


—...No tienes porque involúcrate en esto gatito, ella es mi— Le contesto Ravi forzando una sonrisa pero mi maestro lo interrumpió.


—Lose, ella es tuya y es por eso que debes considerar mi oferta, si los dos la cuidamos hay menos posibilidades que él pueda llegar nuevamente a ella—Le contesto Taekwoon con seguridad.


—...¿Tu qué opinas perrita?— Me pregunto Ravi cruzando sus piernas, parecía curioso ante lo que pudiera responder.


—...Gracias...eso me gustaría— Le dije a mi maestro sintiéndome en mis adentro totalmente inútil.


Tal conversación termino ya que el celular de Ravi comenzó a sonar, este salió de la casa para contestar la llamada, me pareció raro pero en esta situación eso era lo de menos.


Todo ese día descanse en casa de Ravi, tome una ducha, me coloque una muda de ropa y le ayude en la cocina a Taekwoon ya que este se había quedado todo el día. No había nada fuera de lo normal pero me dolía la garganta demasiado al hablar he incluso al tragar comida solidad, al parecer Hongbin realmente me había hecho daño que nos vimos obligados a ir al hospital a la mañana siguiente.


El doctor me hizo varias preguntar y me examino con cuidado, le dije que había sido durante un asalto, que me habían hecho daño pero el doctor no parecía convencido de mis mentiras ya que miraba a Ravi con cierta desconfianza.


Me receto pastillas, jarabes, cremas con anestesia la cual debía de aplicar en toda el área del cuello y al terminar colocarme unas vendas, era algo simple el tratamiento que debía de seguir por diez días.


Una vez que llegamos a casa he ir hacia la cocina Ravi me abrazo por la espalda rodeando mi cintura entre sus brazos. —Ojala que esto fuera una pesadilla...— Me susurro dejándome apreciar el dolor y el coraje que le provocaba todo esto.


—...También quisiera eso— Pensé mientras acariciaba los fuertes brazos de Ravi.

Cadenas dulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora