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No tenía un reloj, sin embargo tenía la certeza que habían pasado más de tres horas o más hasta que por fin Ravi apareció.


—Maldito desgraciado— Le dije mientras me quitaba las esposas y una vez liberada me puse de pie inmediatamente tomando mi ropa del suelo para así vestirme.


—Pagaras por mi camisa— Le dije molesta ya que una vez vestida mi camisa dejaba ver toda la parte de enfrente.


Ravi llevo su mano al bolsillo de su pantalón y de el saco un fajo de billetes, seguido a eso se quitó su chamarra y me la aventó, como reflejo la tome y sin más opción me la puse.


—Esto cubre lo de tu semana, adiós perrita— Me dijo al entregarme el dinero el cual acepte ya que después de todo era por esto que hacia toda esta mierda.


Lo guarde en el bolsillo de la chamarra y subí el cierre de este aunque claramente me quedaba grande pero cumplía con su función de cubrirme.


—Desgraciado...— Le dije antes de salir de su habitación, en el recibidor me coloque los tenis y tome mi mochila saliendo finalmente de su casa.


Cheque la hora en mi celular, pasaban de las diez de la noche por lo que el toque de queda ya había pasado. —Ravi eres un maldito hijo de puta, me dejaste amarrada por tres horas cuarenta minutos... — Pensaba mientras iba en el taxi de vuelta a los departamentos de mi universidad.


Para cuando llegue ya eran las once de la noche, ya nadie se encontraba caminando por los alrededores así que con cuidado entre por la puerta de incendios, sabía que a esa puerta no le funcionaba la alarma de seguridad por lo que entrar y salir no era problema para mí o al menos eso creía.


Una vez en mi puerta coloque el código de seguridad logrando que se quitara el seguro, entre dejando mi mochila tirada en el pequeño recibidor y cerré la puerta detrás de mí, aun con la apagada me quite los tenis entrando descalza fui hacia la diminuta cocina y prendí la luz pero al hacerlo quien se ocultaba entre las sombras se hizo visible para mí.


Sentado en mi cama se encontraba el maestro taekwoon bebiendo algo en mi taza, me le quede viendo incrédula, sé que es imposible que el maestro taekwoon este aquí pero...¿entonces porque lo estoy bien?.


—...¿Usted es real?... — Le pregunte tímidamente aun sin estar segura de mis ojos.


—El que hace el recorrido del toque de queda me pidió hacerlo y al ser tú la única que no estaba presente me vi obligado a esperar hasta que llegaras— Me explico sin mucho interés pero con eso logre afirmar que si era él.


—...Bien, ¿Qué día no podre salir?— Le pregunte resignada ya que el castigo por romper el toque de queda es no poder salir un día.


El maestro taekwoon miro el contenido de su taza y después alzo la vista hacia mí. —¿No me dirás alguna excusa para evitar el castigo?, por ejemplo explicándome a donde fuiste— Me dijo sin saber si hacia esto porque estaba aburrido o porque le resultaba una chica rara.

Cadenas dulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora