.22.

103 12 3
                                    

Al llegar a su departamento el maestro ken llevo mi maleta por mi hasta la habitación, se notaba entusiasmado y de un gran humor con mi estadía. Me dijo que me tomara mi tiempo, que tomara una ducha y que desempacara mientras el preparaba la cena, no pude negarme ya que la amplia sonrisa plasmada en su rostro me dejaban sin habla.


Sin ser capaz de interferir en su felicidad opte por darme una ducha, saque de mi maleta una muda de ropa cómoda y coloque la maleta debajo de la cama, ya después me tomaría mi tiempo para desempacar. Me quede en la ducha por unos quince o diez minutos así que cuando Salí fui directo a la cocina, el maestro ken traía puesto su mandil mientras picaba verduras.


—¿Puedo ayudarle?— Le pregunte sintiéndome algo incomoda ya que todo esto me resultaba demasiado nuevo.


El maestro Ken volteo a verme y me sonrió. —Descuida bebe, ¿pero qué tal si tomas asiento y me platicas de tu día?— Me dijo amablemente.


Me dejo sin habla por un momento, ¿realmente quería saber cómo fue mi día?, pero aun así tome asiento y mientras pensaba como explicarle mi día quitando lo ocurrido con ese desgraciado me dispuse a contarle.


Cuando termino de cocinar le ayude al poner los platos en el comedor en donde ambos disfrutamos de una deliciosa cena, al pasarme el primer bocado lo elogie a lo cual el agradeció felizmente con una amplia sonrisa.


—¿Hay alguna comida que no te guste bebe?— Me pregunto aun sentados en el comedor aunque ya habíamos terminado de cenar.


—...El café americano no me gusta...creo que es todo ha y la cebolla— Le conteste al hacer memoria de mis gustos.


—Entendido, yo tampoco soy muy fan de las cebollas, otra pregunta, ¿por las mañanas prefieres un desayuno ligero o una buena comida?— Volvió a preguntarme mirándome con curiosidad.


—Cualquier cosa esta bien, incluso el no desayunar también me parece bien— Le conteste con honestidad a lo que el maestro Ken negó con la cabeza rápidamente.


—No, no, debes desayunar todas las mañanas, veras que te preparare algo rico— Me dijo con seguridad.


Al terminar de hablar quise ayudarlo al lavar los platos pero este insistió que no debía molestarme con algo como eso y que me fuera a descansar, soy consciente que tiendo a protestar pero hice lo que me pidió y me fui a mi habitación, aun me sentía cansada y aunque me esfuerzo por mantenerme en pie durante las clases y prestar atención sé que no estoy bien.


La cama se sentía suave por lo que no tarde en caer dormida sumergiéndome en mis pesadillas.


Escucho un Eco que se va haciendo cada vez más entendible con el pasar del tiempo, es la voz de Hongbin. Volteo a mí alrededor percatándome del lugar en donde me encuentro, un bosque a mitad de la noche.


Aún no hemos terminado— Escucho su voz gracias al eco que perfora mis oídos causándome un horrible escalofrió.

Cadenas dulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora