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Al parecer tomo algo metálico que utilizo para romper el candado que cerraba la puerta. Escuche como eso metálico era botado sin importancia asiendo que el maestro ken abriera la puerta rápidamente y con ello entro para envolverme en sus brazos.


Respire profundamente ese aroma a flores que desprende su cuerpo sintiendo que ya me encontraba a salvo. —Lo siento bebe, ya estoy aquí— Me decía el maestro Ken al acariciar mi nuca sin dejar de abrazarme.


Decir que correspondí su abrazo no sería correcto, más bien me aferre a él, mi respiración era acelerada aunque gracias al maestro ken ya me estaba calmando. Después de un rato dejamos de abrazarnos por lo que el maestro ken se percató que me encontraba en traje de baño.


—Ponte esto no quiero que te enfermes— Me dijo al quitarse su gabardina y ponérmela.


El maestro ken tomo mi mano llevándome por los locker, como este estaba abierto metió la mano dentro sacando mi mochila, la abrió metiendo ahí mi ropa cerrando el locker, se colgó mi mochila en su hombro y aunque estaba oscuro pude ver la sonrisa que me dedico el maestro ken.


Seguí sin hablar al caminar por los pasillos he incluso cuando llegamos a su auto, una vez adentro el maestro coloco los seguros pero seguíamos en el estacionamiento de la universidad sin avanzar.


...¿Me dejarías...intentar que este día mejore?— Me pregunto de pronto logrando que pusiera mi atención en él.


No conteste pero asenté con la cabeza, sin expectativas solo si como el maestro ken ponía el auto en marcha conduciendo. Por mi parte tenía la vista puesta sobre la ventana pero mi mente no se encontraba ahí. Para cuando el auto el auto se detuvo salió del auto primero que yo abriéndome la puerta.


—¿Dónde estamos?— Le pregunte cuando este extendió su mano la cual tome aunque no me había respondido.


—¿Conoces el cuento de la cenicienta?— Me pregunto sin responder a mi pregunta, le coloco el seguro al auto y se colocó frente a mi comenzando a abotonar la gabardina.


—¿La que usa tacones de vidrio?— Le conteste sin estar tan seguro del trama de ese cuento ya que en mi niñez mi madre nunca me leyó cuantos y mucho menos Ravi.


—Bueno...es la que usaba zapatillas de cristal pero lo importante de ella era el toque de queda, cuando llegara a dar las doce de la noche el hechizo de la hada madrina desaparecerá por lo que debía aprovechar al máximo cada minuto— Me explico al tomar mi mano comenzando a caminar por la acera sin embargo seguía sin comprenderle.


¿Por qué me explica ese cuento?— Le pregunte caminando a su lado sin protestar.


—Hoy te are sentir cenicienta— Me respondió al maestro ken tan tanta seguridad y entusiasmo que aunque mi primera reacción fue reírme no lo hice.


Entramos a una tienda que vendía ropa tanto masculina como femenina. Una empleada realizo una reverencia al llegar a nosotros ofreciéndonos su ayuda. El maestro Ken le pidió a la empleada que nos mostrara vestidos de color azul he incluso ropa interior como también zapatillas las cuales eligió el personalmente. La empleada coloco todas las cosas dentro del vestidor para darnos nuestro espacio.

Cadenas dulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora