.1.

889 24 5
                                    


En silencio contesten el examen— Ordeno el maestro taekwoon mientras pasaba entre las filas dejando a cada quien su respectivo examen.


Decir que el maestro Jung taekwoon es guapo es poco, este hombre derrocha sexualidad, es así de simple, debajo de esa expresión fría sé que esconde algo y no deseo saber lo que es.


Al tener mi examen y leer la primera pregunta supe que no aprobaría. —Maldito tipo...ojala lo cague un pájaro— Lo maldije en mis adentros mientras miraba su amplia espalda con odio pero como si supiera que lo estaba mirando se detuvo de repente y volteo a verme pero cuando hizo eso yo clave mi mirada en el examen aparentando saber las respuestas.


Habían trascurrido tres míseros minutos cuando mi celular dentro del bolsillo de mi pantalón comenzó a sonar, se creó un incómodo silencio dentro del salón ya que todos sabíamos lo que pasaría conmigo.


Les dije que pasa si rompen las reglas— Dijo el maestro taekwoon fastidiándome a más no poder.


No pensaba rogarle o pedirle perdón solo porque mi maldito celular sonó así que simplemente tome mi mochila y guarde mi lápiz para después colgármela en la espalda, saque mi celular del bolsillo y al leer por el identificador de llamadas que se trataba de Ravi conteste sin dudarlo ya que si no llegara a contestar sus llamadas entonces de verdad estaría acabada.


—Ni un solo día dejas de joder— Le dije tan pronto conteste la llamada logrando que todos me volteara a ver sorprendidos aunque a decir verdad en toda la universidad no tengo ni un solo amigo así que no me importa.


Tome el examen y comencé a caminar hacia el escritorio del maestro taekwoon pero como mi asiento es el último de la fila debo de atravesar todo el puto salón.


Esperaba que no me respondieras para poder castigarte, ¿Por qué siempre arruinas todo?— Me dijo Ravi del otro lado de la línea dejándome en claro sus enfermos deseos.


—Solo dime ¿qué putas quieres?— Le respondí al dejar mi examen en el escritorio del maestro el cual me miraba un tanto sorprendido.


Yo simplemente no lo mire y seguí con mi camino saliendo del salón. —Esa jodida boca tuya siempre logra prenderme, ven a mi casa en diez minutos— Me ordeno Ravi por lo que suspire cansada.


—Sabes que tu casa está a media hora en tren, no podre— Le intente explicar algo tan obvio pero como siempre le valió mierda.


—Llegas a tiempo o te castigo, es así de simple— Y tras decirme eso colgó.


—...Hijo de puta— Dije en voz alta guardando mi celular en el bolsillo de mi pantalón y sin tiempo que perder comencé a correr lo más rápido que pude, no me importaba gastarme mi dinero si eso impedía que Ravi me castigara.


Creyendo que lograría llegar más rápido en taxi aunque fuera más caro simplemente tome uno pero tras haber pasado veintitrés minutos mis esperanzas se fueron por el caño.

Cadenas dulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora