CAPÍTULO 16

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Autora: ¡Aquí tenéis el siguiente capítulo! Sé que os he tenido en tensión hasta hoy... pero ahora se resuelven todas vuestras dudas. Algunas os sorprenderán, otras no.
Es otro capítulo largo, me estoy empezando a aficionar. Espero que os guste, ¡y gracias por leer y comentar!

Beckett salió de su apartamento a gran velocidad. No le importaba haber golpeado a Will con fuerza en la cara, se merecía ese puñetazo y haberle echado de su casa y de su vida para siempre. El aire no le llegaba a los pulmones y la garganta se le había anudado axfisiándola por momentos. Sus piernas seguían el deseo de su mente de huir y por eso se movían, aunque ella no supiera como diablos era capaz de hacerlo si le temblaba cada centímetro de su cuerpo. Se subió a su coche cerrando de un portazo, y una vez dentro se colocó una mano en el pecho tratando de controlar su respiración, la cual iba camino de un ataque de ansiedad.

Maldito cabrón. Maldito gilipollas. Maldito mentiroso. Maldito William Sorenson. El cerebro de Kate solo pensaba en odiarle con todas sus fuerzas.

Apoyó la cabeza sobre el volante y comenzó a llorar a mares liberando toda la presión de su corazón roto y sus pulmones axfisiados. El cuerpo se le movía frenético al ritmo de sus lágrimas. No le importaba que estuviese haciendo un sol radiante en Nueva York, ni que todas las personas que pasaban cerca de su ventanilla la observasen extrañados. Ella estaba rota. La habían roto. Otra vez. Tenía que dejar de llorar o sus ojos rojos e hinchados la delatarían al llegar a comisaría. Tenía que volver a meterse en su coraza, esa que siempre le protegió del miedo y de las fisuras de su alma.

De repente, sonó su móvil. Pensó en no cogerlo, pero con las manos temblorosas se fijó en quién la estaba llamando: Lanie. Tendría que hacer la interpretación de su vida para no ser descubierta por su mejor amiga. O a lo mejor era mejor que la descubriese y la desahogase de esa maldita presión en el pecho.

- Beckett... - dijo sin ganas y limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano -.

- Beckett... ¿estás llorando? - a Lanie no se le escapaba una -.

Y contra todo pronóstico, Kate, la que siempre se lo guardaba todo para ella, le contestó que si a su amiga mientras las lágrimas volvían a manar de sus preciosos y doloridos ojos. Le hizo saber que William Sorenson y ella habían terminado para siempre. Esa traición jamás se la podrá perdonar.

- ¿Te puso los cuernos, cariño?

- No... Eso me daría igual, Lanie

- Entonces... ¿qué te hizo, Kate, para que tu estés así?

- Me ha traicionado - Beckett apretó los dientes con rabia -.

- ¿Traicionado?

- Sí, Lanie. Él... Él dejó en libertad al asesino de mi madre - suspiró tratando de seguir adelante con el parlamento - él es el tercer policía corrupto que nunca descubrieron. Lanie, Will liberó por unos miseros dólares y un ascenso al asesino de mi madre, entre otros - tragó saliva mientras apretaba los puños con fuerza -.

Lanie se había quedado sin palabras al otro lado de la línea.

- Cinco meses acostándose conmigo sabiendo la verdad, Lanie... Cinco putos meses - el enfado comenzaba a superar al dolor -.

- Hijo de puta... Cerdo asqueroso... - Lanie comenzó a echar pestes sin descanso al otro lado del teléfono - ¿Le vas a delatar? ¿Si, no? ¿Vas a contarle la verdad a Roy? ¡Ya estás tardando, Beckett!

- No - dijo secamente Beckett -.

Lanie se quedó en silencio tratando de inmiscuirse en el cerebro de su amiga. Esa respuesta si que no se la esperaba. Y se revolvió inquieta al no escuchar más la voz de Beckett.

Enlazados (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora