CAPÍTULO 17

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Autora: ¡a este paso llego a los 200 capítulos! Quería agradeceros la cantidad de comentarios y felicitaciones que estoy recibiendo: ¡sois unos lectores maravillosos!

Ojo a este capítulo... ¡Viva la tensión!

- ¡Richard, por el amor de Dios, qué haces cocinando a las siete menos cuarto de la mañana!

Martha se había llevado un susto al escuchar ruidos en el piso inferior del loft y había bajado con un bate de béisbol a comprobar que estaba sucediendo. Se creía suficientemente armada para enfrentarse a cualquier ladrón o a ese tal Brian - que al parecer quería matar a su hijo - con ese utensilio. Pero sus sorpresa fue encontrarse a Richard con un delantal y cocinando con gran esmero y concentración mientras tarareaba en susurros una canción.

- Madre, ¿qué narices haces con eso? - preguntó Castle señalando el bate que Martha aún mantenía en alto -.

- Defenderme...

- Seguro que hubieras sobrevivido, madre - Castle se rió a carcajadas -.

Martha se quedó en silencio observando a su hijo con cara de pocos amigos mientras bajaba lentamente el bate y lo posaba sobre el sofá. Pegó un grito ahogado al comprobar como todo estaba recogido al detalle, e incluso los muebles parecían que brillaban. Nunca en la vida había visto el loft así. Martha volvió a mirar a su hijo que ahora estaba de espaldas a ella tarareando otra canción diferente mientras revolvía la olla con una sonrisa boba en su rostro.

- Kate Beckett - susurró Martha en dirección a Castle -.

Castle pegó un pequeño brinco y se giró hacia su madre visiblemente nervioso solamente con escuchar el nombre de su musa. Ella aún no lo sabía, y cuando lo supiera seguramente le pegaría un tiro en el trasero, pero para él era su musa.

- ¿Beckett? - preguntó Castle con la voz de pito - ¿qué pasa con Beckett?

- Que la has conseguido, querido, es evidente... - hace aspavientos con las manos señalando alrededor y en última instancia a lo que él estaba cocinando -.

- No me he acostado con Beckett, madre...

- ¡Oh, por favor, yo no he dicho eso! ¡Esa mujer tiene clase, querido, no está hecha para alguien como tú!

Castle le dedicó una mirada de odio profundo a su madre a la que ella contestó con unas carcajadas bastante estridentes, que probablemente despertarían a Alexis que descansaba en su cuarto en el piso superior.

- Digo que es evidente que has tirado de contactos para que ella te proteja y te cuide el trasero...

Castle sonrió como un crío de dos años que han pillado haciendo alguna travesura.

- Eso no está bien, querido, sabes que puedes pagarte perfectamente una legión de guardaespaldas y seguridad...

- Pero es que yo la quiero a ella, madre. Solo a ella... Sé que con ella nunca me pasará nada - dijo Castle suspirando y dirigiendo su mirada al techo - es tan tozuda e inteligente, madre... 

- Y preciosa... - añadió Martha mirándole con las cejas alzadas -.

- Por supuesto... Está muy bue... - a Castle le cambió la expresión - madre, que no me quiero acostar con ella... bueno si... o sea no... o sea si... pero que no... que lo quiero hacer bien... que... - se queda callado - me importa y quiero conocerla, madre

Martha se quedó en silencio un largo tiempo, pasó su mirada por cada rincón del loft y le sonrió a su hijo con ternura. Nunca le había visto hacer eso por ninguna otra mujer, ni cocinar, ni limpiar, ni mucho menos madrugar. Por el amor de Dios, si había sacado brillo hasta a los trofeos más horrendos que tenía en la estantería del salón.

- Se va a quedar aquí, madre. Empieza hoy al mediodía... Debería haberse quedado ya esta noche, pero algo le preocupaba y me ha pedido por favor que si podía pasar la noche sola en su apartamento...

- Espero que no la cagues como siempre, hijo - se acercó a él y le dio una palmada en el hombro - pero... no entiendo por qué has madrugado tanto - un sonoro bostezo nació de la boca de Martha -.

- Porque quiero llevarle el café a primera hora... Nada más que llegue a comisaría - sonrió con ternura -.

- Sí que te ha dado fuerte si...

- Es mi musa, madre...

- ¿Cómo dices?

- Que creo que voy a escribir un libro basándome en ella... Pero aún no se lo he dicho - sonrió pillo -.

- Definitivamente esa chica te va a matar antes que el Brian ese...

Martha hizo un gesto teatral de "te va a cortar el cuello" y abandonó la cocina con destino a su cama dejando a su hijo terminando de cocinar. Castle se quedó pensando en las musarañas y por poco se le quema la comida. Una vez que terminó de recoger todo y dejar la cocina como los chorros del oro, cogió su chaqueta y abrió la puerta para irse a comisaría. En el ascensor se retocó el pelo y se cercioró de estar perfecto para recibir a su inspectora de la mejor manera posible. Seguro que se la ganaba con ese café preparado al milímetro de su gusto. Suspiró solo con imaginar su carita lanzándole una mirada asesina pero hermosa. Y es que Kate, pusiera como se pusiese, a él le parecía preciosa.

Se subió al coche con una sonrisa tonta bañando su rostro y arrancó.

Beckett había pasado una noche de perros. Y ahora la resaca y el no dormir le estaban pasando factura. Arrastraba sus pies de camino a la comisaría, había preferido ir andando para despejar y evitar estrellarse con el coche. Aunque no sabía todavía cómo demonios sus piernas respondían a su resacoso cerebro. Ni cuantas horas había echado delante del espejo tratando de arreglar su cara de muerta. Esas ojeras aún se apreciaban debajo del maquillaje que trataba de disfrazarlas. Y encima esa noche la tendría que pasar con Richard Castle y alerta, ya que las amenazas de ese tipo no cesaban.

De repente, unas manos la agarraron con fuerza por la cintura, tapándole la boca para evitar que gritase y metiéndola a un callejón situado a pocos metros de la comisaría. Esa persona sabía lo que hacía, la había bloqueado por completo de cualquier movimiento de defensa. Ella solo podía maldecir para sus adentros haber ido tan despistada por la calle y no haber visto el peligro acechar sobre ella.

Y Castle pretendía que alguien como ella le protegiese, cuando no podía protegerse ni de si misma ese día.

De pronto, el encapuchado le dio la vuelta y la estampó contra la pared tapándole la boca y pegándose al máximo a su cuerpo. Podía sentir su respiración en su cara e incluso sus partes bajas demasiado pegadas a su cuerpo. Le metió la mano por debajo de la camiseta recorriendo su espalda y llegando al punto que quería, su pistola, se la quitó y la lanzó lejos. No podía ver su rostro, lo llevaba tapado, pero tenía que ser alguien que la conociese o supiese cual era su trabajo, ya que sabía que iba armada.

Beckett seguía luchado por moverse y liberarse de su agarre, pero ante su sorpresa él le abrió las piernas un poco con el pie pegándose más aún a ella. ¿Qué demonios quería de ella?

Fue entonces cuando él se quitó la capucha y la liberó apartando la mano de su boca.

Beckett miró esos ojos.

- No hagas ninguna tontería, inspectora...

Y la besó con ganas.

Enlazados (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora