CAPÍTULO 51

285 25 23
                                    

Autora: capítulo larguísimo para volver a pediros disculpas por la tardanza. El trabajo no me deja apenas tiempo para nada... Pero siempre lo termino encontrando. ¡Espero que os guste! ¡Y gracias por vuestra paciencia!

Igual es un poco triste el capítulo de hoy...

***

William Sorenson se desplomó en el suelo, la bala le había alcanzado entre la espalda y el costado justo cuando estaba a escasos centímetros de su arma. Había sido un acto suicida, pero no soportaba ver el dolor en el rostro de la inspectora, y ese hombre se estaba ensañando en demasía con ella. La primera parte de la anatomía del inspector en tocar el suelo fueron sus rodillas, para después hacer lo propio su cuerpo entero mientras sus manos se llenaban de sangre al tocarse el lugar exacto por el que se había colado la bala. William no sabía a ciencia cierta si le había alcanzado alguno de sus órganos vitales, pero todo apuntaba a que si, ya que sangraba en abundancia y apenas podía respirar. Su mente se empezó a nublar pensando en que ese era su triste final, había dado su vida sin haber logrado su objetivo, que no era otro que poner a salvo al amor de su vida.

Beckett se había quedado más pálida de lo que ya estaba al observar como la pistola del gigante se alzaba y hería de muerte a su ex pareja y amigo. Vio como William caía lentamente al suelo sin que ella pudiese hacer absolutamente nada por él mientras el gigante reía a sus espaldas con una risa atronadora, desesperante y malévola. Kate quiso correr hacia él, taponarle la herida y esperar un milagro por parte de su equipo; quizás consiguiesen entrar en el edificio y alguno de los servicios sanitarios del exterior pudiesen salvar la vida del inspector.  Pero la triste realidad es que apenas podía mantenerse en pie, su vista se nublaba y su cuerpo amenazaba con abandonarla definitivamente. Se sentía patética intentando levantarse del suelo sin éxito alguno, cayéndose una y otra vez en el intento.

- Will... - susurró Beckett apenas sin voz.

William escuchaba la preciosa voz de la inspectora lejana, esa preciosa voz que nunca dejaría de volverle loco pasase el tiempo que pasase. Esa voz a la que iba a echar de menos ahora que se acababa su vida. Él nunca iba a dejar de estar enamorado de Katherine Beckett. Y el error que cometió en el pasado ahora estaría enmendado si lograba hacer que ella saliese con vida de aquel lugar. Necesitaba que Kate viviese y tuviese una vida feliz al lado del hombre que ella había elegido, al lado de Richard Castle.

- Kate... - susurró él de vuelta mientras se arrastraba por el suelo en busca de ella.

Ambos se miraban en la distancia y ambos lloraban al saber que nunca podrían acercarse el uno al otro. Ambos estaban acabados y sentenciados.

El gigante comenzó a aplaudir mientras reía con una fuerza desmedida y atronadora. 

- ¡Qué bonito! - reía sin cesar el gigante - es absolutamente enternecedor lo que están viendo mis ojos...

Beckett comenzó a arrastrarse también hacia él, reptaba como una serpiente herida pero que no se rendía en su objetivo. Si tenía que morir, ella moriría matando, dándolo todo. Ese era su estilo, y así es como siempre querría que la recordaran, como una guerrera. Cada vez estaba más cerca de su amigo, casi podía alcanzarle si estiraba la mano, solo necesitaba un último empujón y podría estar a su lado. Un último empujón para poder abrazarse. 

- Will, aguanta... - susurró ella mientras unas gotas de sudor bañaban su frente, estaba haciendo un esfuerzo totalmente sobrehumano al tratar de llegar a él.

Entonces el gigante se acercó a ella, se agachó y la cogió del pelo con una fuerza desmedida haciendo que su cabeza se elevase hacia atrás y provocase que un grito de dolor emergiera de los labios de la inspectora.

Enlazados (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora