CAPÍTULO 28

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Autora: ¡gracias a todos por leer! ¡Madre mía: 28 capítulos! ¡Creo que me paso de larga!

Espero que os guste lo que vais a leer a continuación... Ah, y es largo, largo...

- Kate... - susurró Castle rompiendo el silencio que los había invadido.

Ella, cobijada en el pecho de Castle, contestó algo parecido a un "sí" en un murmullo apenas perceptible. Se sentía tan protegida envuelta en los brazos del escritor, y tan relajada con las caricias que le estaba propiciando  sobre la cintura, que estaba a punto de dormirse.

Castle sonrió girando levemente la cabeza hacia ella dejándole un pequeño beso sobre el cabello. No quería molestarla ahora que estaba consiguiendo conciliar el sueño. Y tampoco podía parar de mirarla con una sonrisa boba en su rostro, se veía adorable con los ojitos cerrados y su fina mano sobre sus pectorales.

- Perdona... Shhh... Duerme, preciosa...

Castle se moría por preguntarle a qué le temía en sus pesadillas, pero ya llegaría el momento adecuado para hacerlo, ahora tenía que descansar.

Ella volvió a murmurar algo y él rió en bajito, estaba tan cansada que no tenía fuerzas ni para hablar.

- Shhh... - volvió a repetir Castle.

Y ella se venció al sueño.

Castle no pudo evitar apartar la mano de la cintura de la inspectora para llevarla hacia su rostro angelical y acariciarle la mejilla con ternura, para después proseguir por sus labios, esos labios que se moría por besar, y que ahora rozaba suavemente con la yema de sus dedos. Ella se movió ante el roce aferrándose más al cuerpo del escritor. Castle sonrió con ternura y la abrazó contra él mientras hundía su cabeza en el cabello de Beckett, aspirando su dulce aroma a lavanda, y cerrando los ojos también al sueño.

Amanecía en Manhattan. El sol se colaba por los resquicios de las persianas y por debajo de la puerta de la habitación en la que se encontraban abrazados el escritor y la inspectora de homicidios.

Castle llevaba despierto un buen rato observándola dormir en silencio. Viendo como su respiración era tranquila, y su pecho bajaba y subía en una danza hechizante y relajada.

Era adorable verla dormir. Y el ruidito que hacía a veces al respirar, como una especie de suspiro breve.

La inspectora había tenido una noche bastante tranquila, apenas se había movido de la posición en la que se había quedado dormida. Y salvo unos minutos en los que parecía que la pesadilla volvía a apoderarse de ella, y en los que Castle se había encargado de tranquilizarla a base de besos en el cabello y caricias sobre su cintura, haciéndola sentir que no estaba sola, había dormido en paz. Y sin despertarse en ningún momento de la noche.

- Kate... - susurró Castle acariciándole el cabello con suavidad para no despertarla del profundo sueño en el que estaba sumida - estoy loco por ti... eres preciosa...

Castle sonrió para si mismo. Parecía de chiste que él compartiera cama con una mujer si no era para tener sexo con ella y desaparecer a la mañana siguiente, pero lo estaba haciendo. Beckett no era como las demás, esa mujer que ahora dormía plácidamente sobre su pecho, era la dueña de su corazón. Sí, Richard Castle se había enamorado. Y locamente.

El sonido de la tostadora en la cocina asustó a Castle. Su madre e hija ya debían de estar desayunando, una para ir a dar su paseo matutino y la otra para ir a clase. Se movió un poco para alcanzar el reloj de la mesilla y observar que hora era, pero Beckett protestó aferrándose más a él y agarrándole de la camiseta.

- Shh... No me voy, tranquila - sonrió de manera pícara y volvió a acomodarse a su lado.

Eran las ocho de la mañana. En breves, las otras mujeres de su vida se irían, y él podría levantarse a hacerle el desayuno a Kate. El olor a café, tostadas y tortitas se colaba por debajo de la puerta y amenazaba con despertar el estómago de Castle. Estaba realmente hambriento, pero los brazos de la inspectora le tenían atrapado y él tampoco quería hacer nada por liberarse de esa dulce condena.

Enlazados (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora