Autora: ¡Mil perdones por no actualizar estos días! ¡Me fue imposible!
Nueva York amanecía presa de las fuertes nevadas. Apenas había transeúntes recorriendo sus calles, muy pocos valientes hacían frente a la bajada de las temperaturas. Richard Castle observaba con nostalgia desde la ventana de su loft a un pequeño grupo de niños que reían haciendo muñecos de nieve en el parque. No pudo evitar pensar en Alexis, la cantidad de veces que había hecho eso con ella, y ahora ya era toda una mujercita. Había noches, como esta, que ya no dormía ni en casa. Su princesa pelirroja iba camino de convertirse en reina.
Castle suspiró y abandonando sus pensamientos miró el reloj de la pared soltando un sonoro bostezo. Había madrugado para prepararle el desayuno a Kate, pero ella seguía durmiendo plácidamente en su dormitorio, situado en la planta baja y a escasos metros de la cocina donde él se encontraba. Ella se empeñó en dormir ahí para estar alerta de cualquier posible peligro, y aunque a Castle no le gustó la idea de que escogiese la peor habitación, terminó aceptando la cabezonería de Beckett. Nunca le ganaría una guerra intelectual a esa mujer, y lo sabía.
Castle sonrió momentáneamente pensando en lo bonita que había sido la conversación que habían compartido anoche acompañados del vino favorito de ambos. Castle no sabía si era culpa del alcohol, o que había creído las palabras que él le había dedicado cuando ella trató de abandonar el loft, pero Kate se había abierto un poco más a él. Le había hablado de su madre, le había mostrado una herida. Y desde ese momento Castle no pudo dejar de admirarla aún más. Esa mujer era extremadamente fuerte a ojos del mundo, pero por dentro solo era una niña herida. Y por eso era tan bonita, tan magnética, tan misteriosa... porque la luz brilla más en las grietas.
Castle se sirvió un café mientras miraba en dirección a la habitación donde ella dormía. Casi podía oír el compás de la respiración de la inspectora.
Y sin poder resistirse, Castle lo volvió a hacer. Era la tercera vez que se asomaba con cuidado a la puerta entreabierta de Beckett para observarla dormir. Sabía que si ella se enteraba seguramente le mataría, pero se veía hermosa durmiendo. Su cuerpo estaba encogido como un bebé en posición fetal, y un mechón caía por su rostro relajado. El pijama corto dejaba al descubierto sus piernas esbeltas y largas que Castle no podía dejar de mirar onubilado. Si Beckett era preciosa despierta, dormida no tenía palabras para el escritor. Sencillamente adorable.
Beckett comenzó a moverse y Castle se alejó preso del miedo a ser descubierto dirigiéndose a la cocina a gran velocidad.
Beckett se despertó y comenzó a dar vueltas en la cama tratando de volver a conciliar el sueño, pero como no lo logró, decidió levantarse. Se puso una bata de seda que le llegaba a la altura de las rodillas y le sentaba como un guante. Salió al exterior de la habitación frotándose los ojos mientras casi arrastraba los pies en dirección a la cocina.
- Buenos días... Rick
Castle sonrió de lado antes de volverse hacia ella. ¿Por qué sonaba tan bonito su nombre en la voz de Kate? Se le erizaba la piel cada vez que ella le regalaba su nombre de esa manera tan suave, tierna, enloquecedora, sexy.
- Buen...
Castle se quedó sin palabras ante la belleza que caminaba hacia él despeinada y adormilada. Que alguien le explicara a Castle como una mujer podía ser tan bonita hasta de esa guisa. Todas las mujeres con las que había estado antes parecían orcos en la mañana. Castle lo atribuyó a que Beckett era de verdad, a diferencia de ellas que solo eran maquillaje y operaciones.
Kate le sonrió juguetona sabiendo el deseo que estaba provocando en él en esos momentos. A Castle se le aceleró más el pulso y lo que no es el pulso despertó de golpe y sin previo aviso.
- Buenos días, Kate... Yo... - se aclaró la garganta - te... ¿quieres desayunar? Te he preparado el desayuno... - se tapó la incipiente erección detrás la mesa -.
Beckett también estaba nerviosa sin saber por qué motivo. No se le había pasado desapercibida la erección de Castle, y lejos de sentirse avergonzada, le gustó. A ese hombre le atraía, pero no solo a nivel físico, también más allá, y anoche se lo había demostrado. Ella nunca había abierto su corazón a nadie, y mucho menos nadie le había escuchado con tanta ternura y dedicación como lo había hecho el escritor.
Era guapo, terriblemente guapo, y tenía un trasero de miedo. Beckett también le deseaba, pero le necesitaba mucho más como amigo. No podía perder eso que estaban creando ambos casi sin querer por un estúpido revolcón.
- Gracias... No tenías porqué hacerlo, Castle
- Tú me proteges... - sonrió Castle - y yo te cuido
- Yo creo que nadie intenta matarte, Rick...
- Bueno, por si acaso, prefiero tenerte cerca y armada
Ella rió de una manera celestial y se mordió el labio inferior. Castle estuvo a punto de mandar todo al carajo y besarla con fiereza contra la pared. Se moría por sus huesos. Y por hacerle el amor ahí mismo, en la encimera.
Hubiera querido decirle te deseo Kate, pero de sus labios salió algo que no esperaba.
- ¿Has dormido bien?
Beckett sintió que no había hombre más tierno que él.
- Sí, gracias...
- Bien...
El ambiente estaba cargado de una tensión bonita.
- ¿Y tú, Castle?
- Yo... bien también... Oye, ¿no has pasado frío así? - Castle fijó sus ojos en las piernas desnudas de Beckett - bueno... ¿y no tienes frío ahora?
- No... La calefacción la tienes a tope... Me cambié el pijama de invierno por este, y aún así tenía calor, casi termino durmiendo desnuda - se rió nerviosa -.
Castle imaginó como sería encontrarla desnuda en sus visitas a verla dormir. Pero borró inmediatamente el pecado de su mente.
- Ya... bueno... si... ¿me ayudas a bajarla?
Castle se apartó de la mesa y dejó levemente a la vista la erección que aún se notaba, pero mínimamente.
Beckett inconscientemente reparó en ella.
- ¿A... A bajar el qué, Castle?
Castle adivinó la mirada de ella y se tapó con la mano mientras se rascaba la nuca con nerviosismo.
- La calefacción... No sé si sabré regular el termostato ese... Es nuevo... Igual tú...
- Ah, eh... Yo no sé...
Castle asiente y se encoge de hombros mientras aparta la mirada de ella.
- Castle...
- Dime... - levantó la vista hacia ella y casi pega un brinco al notarla a su lado -.
- Gracias...
Beckett le acarició la mano con delicadeza.
- Por lo de anoche...
Castle sonrió asistiendo mientras se perdía en los ojos magnéticos de la inspectora.
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Enlazados (Caskett)
FanfictionHistoria ambientada en la serie de televisión "Castle" y sus personajes principales.