Autora: ¡capítulo de más de dos mil palabras!
No tendréis queja, ni por extensión ni por lo que sucederá... Espero. O si. Quién sabe.
¡Gracias por leer, por los votos y, sobretodo, por los comentarios!
Beckett colgó el teléfono y lo depositó sobre la mesilla de noche situada a la derecha de la cama de su dormitorio. Se quedó tumbada mirando al techo colocando sus manos unidas sobre el vientre. No dejaba de suspirar y una extraña sensación de nerviosismo con la inminente visita de Richard Castle, se estaba apoderando de su estómago.
Trató de incorporarse sin éxito, las pastillas aún no le habían hecho efecto y moverse era un infierno por el dolor agudo que sentía en sus maltrechas costillas. Volvió a intentarlo apoyando todo su peso sobre su mano derecha hasta que consiguió colocar los pies sobre el suelo y quedarse sentada en la cama. Durante unos segundos creyó quedarse sin aire, pero el dolor terminó pasando.
- Vamos Katherine, un último empujón... - se animó a si misma.
Colocó cada una de sus manos a ambos lados del cuerpo y tiró cerrando los ojos y apretando la mandíbula con fuerza hasta lograr ponerse en pie. Cuando los abrió de nuevo lentamente, se encontró con su pálido rostro saludándola desde el espejo que tenía situado a la derecha de su cuarto, justo encima del tocador. Tenía bastantes ojeras por no haber descansado mucho anoche, pero no hubo manera de encontrar una postura en la que se sintiera cómoda y no dolorida. Se acercó con pasos lentos y torpes hasta el tocador, cogió una goma del pelo y se hizo un moño descuidado pero atractivo. Reparó en su pijama, era nuevo, regalo de Lanie, de seda y bastante elegante para tratarse de un pijama; pantalón corto y con botones en la parte superior como si se tratase de una camisa, que tal y como la tenía ahora permitía vislumbrar su cuello y clavícula. A pesar de todo, estaba realmente atractiva.
Sonrió al espejo de manera boba mientras se mordía el labio pensando en Castle.
Trató de abrir el cajón para guardar la ropa que tenía sobre la cama desde anoche con su mano derecha, pero no se dio cuenta de que era su muñeca maltrecha hasta que no gritó de dolor. Se la agarró con fuerza y maldijo en bajo hasta que pasó la oleada de pinchazos. Inspiró todo el aire de la habitación llenando sus pulmones y una vez que se calmó comenzó a ordenar la ropa. Posteriormente hizo lo mismo con toda la habitación.
Sonó el timbre.
Castle esperaba al otro lado de la puerta con una caja de bombones y un ramo de rosas rojas precioso. Nada más abandonar el hospital al que tuvo que ir obligado por Lanie, y en el que por suerte le dijeron que no tenía nada roto, se pasó por una tienda haciéndose con ambos detalles para la inspectora.
El escritor no podía dejar de mirar la puerta con nerviosismo. Estaba tardando demasiado para su gusto. Le mataban las ganas de volver a encontrarse con esos ojos que le hacían perder la cordura.
Beckett miró por la mirilla, y tras comprobar que era él, se mordió las uñas, cerró los ojos tratando de serenarse mientras se autopedía calma con las manos y finalmente abrió.
- Hey... - sonrió Castle de manera irresistible.
Beckett por un momento pensó que se le iban a caer las bragas ante esa sonrisa tan encantadora. Ahí estaba él vistiendo una chaqueta de traje muy elegante a juego con sus ojos y una camisa blanca entreabierta. Y su medio litro de perfume encima, cómo no.
- Hey... - sonrió Beckett de vuelta mientras desviaba sus ojos hacia las rosas rojas que el escritor sostenía en sus manos.
Castle se fijó en el rostro pálido de la inspectora y en las pequeñas ojeras que se le marcaban bajo sus preciosos ojos verdes avellana, pero aún así le pareció que estaba preciosa. Además había adelgazado algo, pero seguía viéndose bonita. Sus ojos se fueron hacia su cuello y su clavícula desnuda, demasiado sexy, pero enseguida los apartó reparando en la mirada de ella sobre las flores.
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Enlazados (Caskett)
FanfictionHistoria ambientada en la serie de televisión "Castle" y sus personajes principales.