CAPÍTULO 52

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Autora: ¡He vuelto queridos amigos y amigas! Gracias por la cantidad de mensajes que he recibido pidiendo mi vuelta... Son 52 capítulos ya y al parecer veo que os sigue gustando, algo que me enorgullece. Así que os lo merecéis. Y perdonad mi tardanza, pero cuestiones personales me lo han impedido.

¡Ya me comentaréis que os parece!

***

Castle la observaba dormir apoyado contra el marco de la puerta de la habitación 114 del hospital de Nueva York al que la habían llevado tras la brutal paliza que había soportado hace cuatro días tratando de salvar a su madre. Y lo había hecho, eso estaba pensando Castle mientras la miraba dormir, esa mujer era lo más valiente que había conocido en la vida. Parecía mentira que esa mujer tan delgada y tan bonita tuviese esa fuerza, esa tenacidad y esa valentía. Castle sonrió al recordar como ese bombón que un día pensó en conquistar, ahora se había convertido en toda su vida. Porque Katherine Beckett para Richard Castle ya no era solo una cara bonita y un cuerpo escultural, era una mujer única y especial con un corazón maravilloso. Y tenía muy claro que aquella caja que guardaba en el bolsillo derecho de su pantalón era para ella. Ya no podía imaginarse otros ojos que no fuesen su verde avellana, ni otras manos que no fuesen las suyas recorriendo su cuerpo hasta tocarle donde nadie nunca lo hizo, ni otros labios que no fuesen esos que ahora respiraban entreabiertos en la cama de ese hospital, ni otra risa que no fuese la de esa mujer.
Beckett se movió un poco buscando una mejor postura en la cama, y Richard no pudo evitar dejar salir un suspiro de sus labios al observar su rostro angelical y hermoso, a pesar de las heridas que aún tenía visibles en la cara. El escritor no supo cuantas veces suspiró por ella en silencio apoyado en la puerta, pero tampoco le importó, era jodidamente bella dormida, y él estaba perdidamente enamorado de ella.

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí? - preguntó una voz amable a sus espaldas.

Castle se giró y se encontró con la sonrisa de la forense Lanie Parrish. Inmediatamente él dibujó otra en su rostro.

- No lo sé... He perdido la cuenta - volvió a apoyar la cabeza en el marco para mirar a su bella durmiente.

Lanie se mordió el labio mirando a Castle y después a su mejor amiga. Colocó la mano en el hombro del escritor para después dejarle una suave caricia en la espalda a la que él respondió entornando la cabeza hacia ella con una sonrisa.

- ¿Sabes? Se durmió hace apenas 15 minutos y ya la echo de menos... ¿Eso es normal, doctora? - rió suave para no despertarla - y no, no me he atrevido aún a hacerlo - se adelantó antes de que la forense dijese nada.

Lanie se quedó en silencio observando a su amiga también apoyada en el marco pero del otro lado.

- ¿No es terriblemente hermosa durmiendo? - le preguntó Castle sonriendo.

- Sí, pero como se despierte ahora y nos vea así mirándola fijamente... Nos va a pegar un tiro a ambos - bromeó Lanie entre risas.

Beckett comenzó a moverse inquieta por una pesadilla recurrente en la que siempre pronuciaba el nombre de Will, el cuál había fallecido hacía cuatro días por salvarla.

- Otra vez... - susurró apenado Castle mientras se acercaba a ella - shhh, mi amor...

Dejó suaves caricias en su cabello y en su frente tratando de calmarla como todos estos días atrás en el hospital. Su dedo pulgar dejaba suaves círculos sobre la piel de la inspectora haciendo que esta comenzase a calmarse.

- Eso es, mi amor... - susurró dejándole un beso sobre la frente - eres una campeona, mi vida.

El rostro de Kate volvió a calmarse y a adoptar el rostro relajado que tenía hacía unos minutos. Castle la miraba apenado mientras suspiraba y le rozaba suavemente las heridas visibles de su cara como si con eso pudiese borrárselas y con ello el dolor.

- Va a tener que ir a terapia... - le dijo Lanie desde la puerta - lo que ha pasado no es fácil... Mi chica tiene que estar destrozada, y por muy fuerte que sea, no es de piedra.

- Sí, antes lo hablamos y está de acuerdo... No es la primera vez que le pasa esto - suspira con pena cogiendo su mano y depositando un suave beso en ella.

Espósito y Ryan llegaron justo en ese momento para visitar a su amiga, pero se quedaron en silencio al observar que dormía.

- Vaya... pensábamos que... - Espósito rió en bajo levantando una botella de champán.

- No, aún no... - respondió Castle - y tampoco sé si la respuesta será un sí. Me da un poco de miedo proponérselo.

Lanie rodó los ojos y bufó negando con la cabeza mientras miraba a su novio y a su compañero.

- ¿Le dais una colleja vosotros o se la doy yo? - se limitó a decir con una sonrisa.

- Nosotros - dijo Espósito alzando las cejas con placer de poder ejecutar esa misión de golpear la nuca del escritor.

Castle se acercó a ellos sonriendo con las manos en los bolsillos. Espósito aprovechó la ocasión para propinarle una suave colleja mientras Ryan se reía. Castle también sonrió mientras se tocaba la nuca después del golpe de su amigo.

- ¿Y por qué estáis tan seguros de que me dirá que si? - preguntó el escritor encogiéndose de hombros.

- Tío, porque te acuestas con ella... Te acuestas con la mujer más deseada de toda la policía - de broma - bueno, con tu permiso, guapa - miró sumiso y zalamero a Lanie - ¿tú sabes la lista de espera de hombres que quieren meterse en las bragas de Beckett? - se quedó callado al observar las caras de sus amigos - eh, tranquilos eh, solo estaba bromeando...

Beckett abrió los ojos en ese momento, pero ninguno se dio cuenta. Permaneció en silencio escuchando con curiosidad la conversación de sus amigos y su chico.

- Para mí Kate es mucho más que una tía buena... - dijo Castle suspirando.

Beckett sonrió en silencio mirando la espalda de su amor.

- Obvio, por eso sales con ella y por eso ahora te quieres casar con ella... - dijo Ryan sonriendo.

Beckett tragó saliva con fuerza al escuchar ese comentario. El corazón comenzó a latirle con prisa y a bombear sangre sin sentido. Por un momento tuvo miedo de que la máquina a la que estaba conectada por seguridad le delatara y terminase pitando por miedo a un infarto. Comenzó a sentir sudores, palpitaciones y la garganta amenazó con cerrársele presa de la ansiedad. Pero lo peor de todo es que el corazón se le iba a salir por la boca de un momento a otro.

Enlazados (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora