CAPÍTULO 20

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Autora: capítulo tardío... pero trepidante... espero...

- ¡Madre, ya estamos en casa!

Castle empujó la puerta del loft e invitó a Beckett a pasar. Entró tras ella y depositó su pequeña maleta al lado del enorme perchero en forma de ciervo que presidía la entrada. Podía comprobar como Beckett miraba boquiabierta cada rincón del loft, probablemente sería la casa más lujosa que había pisado nunca, o eso daba a entender sus ojos tan abiertos.

Nevaba con fuerza en el exterior. Nueva York estaba amenazada por bajadas térmicas de gran calibre. El loft tenía la calefacción a una temperatura agradable, cosa que Beckett agradeció ya que llegaba muerta de frío. Castle le indicó amablemente donde podía dejar el abrigo, y él hizo lo propio con el suyo.

- ¿Quieres un vino, cerveza...? - preguntó Castle abriendo la nevera y desviando la mirada hacia ella -.

Beckett estaba distraída observando los libros de la inmensa estantería de Castle. Él se quedó mirándola en silencio, pensativo. A esa mujer le gustaban los libros, se notaba, ni siquiera había escuchado su pregunta.

- ¿Beckett...? - le colocó una mano en el hombro y ella pegó un pequeño brinco - ¿me has oído?

- Perdona... No, ¿qué ocurre?

- Que si te apetece tomar algo antes de  comer...

Castle le extendió una copa de vino, se había permitido el lujo de escoger por ella. Si le decía que sí, que le gustaba, podría asegurar definitivamente que esa inspectora era la mujer de su vida. Todas sus ex parejas aborrecían el vino, incluida la madre de Alexis. Beckett sonrió y cogió la copa, la llevó a sus labios y probó el vino. Se quedo pensativa, cerro los ojos y al abrirlos sonrió ampliamente.

- ¿Este es tu vino favorito, Castle?

- Sí...

- ¿En serio?

- Bueno... - se rascó la cabeza y rió - solo si a ti te gusta... si no... me haré fan de otro - bromeó Castle -.

Beckett se quedó en silencio y no le contestó. Dio un breve paseo hasta la ventana y se paró a observar como la gran ciudad de Nueva York prácticamente estaba dormida, presa de las bajas temperaturas y la nieve. El radiador situado justo debajo de la ventana quedaba a la altura de las largas piernas de la inspectora, proporcionándole un calor agradable y hogareño. No se sabe cuantas veces suspiró observando el exterior con nostalgia y ternura.

Castle se acercó y carraspeó a sus espaldas.

Ella rompió el silencio.

- También es mi vino favorito, Castle...

Sí, Castle no podía creer lo que acababa de oír. Tenía el mismo gusto que él. Era la mujer de sus sueños, de su vida, de su todo.

Sonrió como un bobo, pero fingió seriedad cuando ella se volvió para mirarle. Le había pillado con su sonrisa pícara, pero él también la había descubierto a ella, se había puesto algo roja.

- ¿Te... te has sonrojado Beckett?

- No...

- Ya...

- Déjame...

- Inspectora... - Castle buscaba sacarla de quicio, excitarla -.

- Castle - protestó ella apartando la mirada de él -.

Un estruendoso golpe rompió el momento que se había creado entre ambos. Martha andaba a la pata coja por la cocina mientras maldecía en todas las lenguas posibles, se había golpeado el dedo meñique del pie con una silla.

- ¿Madre...? - Castle aguantó la risa -.

Martha levantó la vista y descubrió a su hijo junto a Beckett al lado de la ventana.

- ¡Oh, Katherine! - se acercó a ella abrazándola con fuerza, casi estrujándola -.

- Hola, Martha... - trató de decir Beckett casi sin aire -.

- Pero qué bonita eres, hija - Martha le guiñó un ojo - mi hijo es tonto, menos para lo que le interesa...

- Oye, madre... - protestó Castle fingiendo un gran enfado -.

- Richard hijo, eres tonto... Eso es real, no tienes la inteligencia de tu madre - hace un gesto teatral - o sea... la mía, querido

Castle elevó una ceja y negó con la cabeza. Beckett se empezó a reír pero se tapó la boca con la mano ante la mirada inquisidora de Castle.

- Bueno, Richard, me voy... He quedado con Frank, mi nueva conquista... Os dejo comer solos - le da un beso a su hijo - Katherine, intenta que no le maten... aunque si lo hacen, tampoco pasa nada...

A Castle no le disgustó la idea de quedarse a solas con Beckett. En cuanto su madre cerró la puerta del loft, su mente empezó a imaginar como sería besarla, desnudarla y llevarla a su cama como a tantas otras mujeres antes. Pero Castle se obligó a frenar sus fantasías. Con ella iría despacio, además no sabía si ella se sentía mínimamente atraída por él. Esta mujer era diferente, tenía que tratar de comportarse. A ella quería conocerla, realmente quería más.

- ¿Qué piensas...?

Castle se tensó ante la mirada de esos ojos.

- En besar... - su mente le traicionó y sus ojos también ya que estaban fijos en los labios de Kate - o sea... en... en besamel... 

- ¿Besamel?

- Comida... Yo comer... Yo...

Beckett abrió la boca y elevó las cejas sin entender absolutamente nada de la situación aunque juró que Rick había estado a punto de decir besarte. Castle corrió a buscar cobijo en la cocina deseando que ella no pensase en lo que no era. Ella no pudo evitar mirarle el trasero, pero se autocastigó mentalmente por el pequeño pecado que acababa de cometer.

- ¿Estás bien? - preguntó ella acercándose a la cocina -.

- Sí, claro... - pero se le notaba aún nervioso -.

- ¿Quieres besarme?

A Castle se le cayó el pan que llevaba en la mano al suelo. Se agachó a recogerlo y al subir lo hizo lentamente, como temiendo que ella solo fuese una fantasía y se esfumase cuando la volviese a mirar.

Pero no. Esa Diosa seguía allí esperando a su respuesta. Y se estaba mordiendo el labio inconscientemente de una manera sumamente arrebatadora y enloquecedora. 

¿Qué demonios le acababa de preguntar Kate Beckett?

Enlazados (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora