CAPÍTULO 24

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Autora: no me matéis... luego comprenderéis...

Beckett se acercó a Castle preocupada por el golpe que se había dado en la cabeza al intentar protegerla. Él la miraba muy serio, triste, apático. No lograba quitarse de la cabeza la idea de que en el momento en que ella traspasase esa puerta de camino a su apartamento, la perdería para siempre.

- Rick, ¿estás bien?

Beckett se había puesto de rodillas enfrente de Castle mientras le retiraba con ternura el flequillo revoltoso que se le había caído al escritor por la frente.

Castle fijó la mirada en el escote de la inspectora, que ahora tenía el albornoz algo abierto, dejando levemente visible parte de su sujetador negro de encaje. Pero no sintió nada. Castle no era Castle con ella. Con ella era Rick. Sus ojos siguieron subiendo hasta dar con los de ella. Y con su dulce sonrisa. Y ahí si se desbocó el corazón del escritor.

- ¿Rick?

Castle se había quedado de piedra tratando de controlar su respiración y el vaivén alocado de su corazón. Esa mujer era preciosa. Le tenía completamente hechizado. A él, al mujeriego, al escritor de éxito, al hombre alocado.

El amor cambia a las personas cuando llama a la puerta.

- No te vayas, Kate...

No lo pensó. Esas palabras emergieron de los labios del escritor salvajemente, sin control.

Ahora era Beckett la que trataba de acordarse de respirar y de que no se le salieran las entrañas por la boca. Se veía tan bonito, ahí, agazapado contra la pared como un niño pequeño muerto de miedo.

Al principio era un completo idiota. Pero resultó que su escritor favorito era el hombre más maravilloso que se había encontrado nunca. Y estas semanas casi la había cuidado más él a ella, que ella le había protegido a él. Sin pedir nada a cambio, sin sobrepasarse, sin nada, solo con su cariño.

- No, Rick, ya estás a salvo... Yo ya no pinto nada aquí - Beckett lo había vuelto a hacer: la coraza -.

Castle miró esos ojos tiernos pero impasibles que habían dejado de acariciarle el pelo, y tragó toda la saliva posible mientras escuchaba su corazón romperse en mil pedazos en el centro de su pecho. 

- Por favor, Kate...

Ella se levantó y se colocó el pelo detrás de la oreja visiblemente nerviosa.

- ¡Kate! - Tom Demming entró corriendo al loft de Castle acompañado de Roy Montgomery -.

- ¡Nena! - Roy la abrazó con fuerza cuando llegó a su altura - ¿cómo estás? ¿cómo estáis? - miró a Castle y luego a su niña Kate -.

Castle soltó un sutil bien, solo tenía ganas de llorar y gritar. Y más después de ver como ese policía miraba con deseo a Kate. Tenía ganas de partirle la cara y decirle que no la tratase solo como un cuerpo, pero se contuvo, y además no tendría fuerzas ni para alzar el puño.

- ¿Quieres cambiarte y te invito a un café caliente? - le propuso Demming - o bueno, no sé si tienes que recoger tus cosas...

Beckett dudó. Y a Castle le volvió momentáneamente la esperanza. Ella clavó la mirada en Castle y después en el suelo.

Roy sonrió levemente. Conocía demasiado a su pupila. Ahí ocurría algo, aunque no sabía el qué. 

- ¿Kate? - insistió Demming -.

Roy golpeó el brazo de Demming.

- No la agobies, chico... - dijo Roy mirando a Kate con el entrecejo fruncido -.

Castle agradeció el gesto del capitán. Pero le pilló desprevenido el guiño rápido y cómplice que le hizo sin que nadie se diese cuenta.

- Bueno, Richard - le tendió la mano y luego le dio un abrazo - cuídala... Kate es especial... - le susurró en bajo - es una buena chica...

- Yo...

- Le gustas - susurró - cuando frunce así los labios... es que algo le pasa...

Castle se quedó sin palabras. Roy le palmeó la espalda y después hizo lo propio con Demming.

- Vamos, chico...

Damming andó unos pasos junto al capitán, pero no satisfecho se detuvo. En ese momento Kate estaba subiendo las escaleras para ir a su cuarto a vestirse, ya empezaba a tener frío. Castle seguía estático contra la pared, sin moverse.

- Kate... ¿seguro que no quieres venir? Podemos acercarte luego a casa, así no cargas con la maleta... A mí no me importa esperar - Demming soltó su último intento -.

Kate frenó en seco, se volvió hacia su capitán y Demming. El primero le negaba con la mirada, el segundo le invitaba a decir que sí.

- Quédate... - Castle le cogió la mano con ternura - Kate... Solo esta noche... Por favor...

Castle necesitaba verla dormir una vez más. Y verla amanecer despeinada, adorable. Y escuchar su risa en una conversación con mucho vino antes de irse a dormir. Solo una última vez.

Beckett mezcló sus ojos verdes avellana con los azul cielo suplicantes y tiernos del escritor. El corazón de Kate bailaba bachata en los de Rick, y lo sabía perfectamente.

Después notó los ojos del guaperas de su compañero de la comisaría tentándole hacia la libertad. Y los de Roy pidiéndole corazón y no cabeza.

¿Y su coraza?  

Enlazados (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora