CAPÍTULO 21

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Autora: ya van 21 capítulos... ¡Y no me había dado casi ni cuenta! ¡Espero que no os molesten las historias largas! ¡Gracias por leer!

Castle se había quedado de piedra sin saber muy bien qué contestar. Obviamente se moría por besarla, pero afirmar el hecho sería auto descubrirse por completo. 

Beckett comenzó a reír. 

- Estás blanco, Castle... - afirmó sin detener su risa - ¡solo bromeaba! - pero ella bien sabía que estaba tratando de averiguar si realmente había querido decir besamel o besarte, y definitivamente había sido esto último -.

Castle salió de su estado emocional y rió irónicamente. 

- Qué simpática... - ironizó volviéndose para que ella no viera su cara sonrojada y de pánico -.

Beckett cogió su copa de vino y fue a sentarse al sofá, dejando así un poco de espacio a Castle. No había estado bien ese tercer grado silencioso al que había sometido al escritor. Se suponía que ella estaba allí para protegerle no para hacerle desesperar. Cogió una de las revistas que reposaban sobre la mesa del salón y se puso a ojearla, pero su mente había viajado a otra parte en el instante que sus ojos descubrieron la portada. La mujer que salía en ella se daba un aire asombroso con Johanna Beckket, la madre fallecida de Katherine. Notó como el bello de su piel se erizaba y el corazón comenzaba a agitarse frenéticamente en su interior. La echaba de menos. Mucho. Y no era capaz aún de controlar sus emociones cuando veía una fotografía de su madre, o simplemente leía o escuchaba el nombre de Johanna en su vida cotidiana. La herida estaba cicatrizada, pero siempre estaría abierta en el interior de Katherine Beckett.

- Beckett...

Ni siquiera había escuchando a Castle llegar en su encuentro. Él llevaba un buen rato observándola en silencio, fijándose en como sus ojos se habían quedado clavados en esa mujer de la portada, y unas lágrimas comenzaban a bañar su rostro. Era como ver la luz quebrada, la belleza rota. Castle veía a Beckett así, de ese modo. 

- Estás... ¿estás bien? 

Beckett se secó las lágrimas con gran agilidad y Castle pensó que probablemente ese gesto ya lo tendría bien entrenado. Cuando intentaba acercarse a ella, rara vez se abría. Esa mujer siempre sufría, pero no era capaz de compartir el dolor con los demás. Era muy complicado que eso ocurriese. 

Katherine Beckett era el claro ejemplo de como hasta la luz puede quebrarse. 

- ¿Seguro...? 

Beckett se comenzó a agobiar y buscó una escapatoria levantándose para alejarse de allí. Si estuviera en su casa, probablemente ya se hubiese tomado más de una copa, o se hubiese metido debajo de la ducha con el agua congelada. Era una estúpida por romperse siempre con su madre, y más después de haber encerrado ya a su asesino y todos sus ayudantes, pero después también falleció su padre. Otro golpe terrible. Y ahora la traición de William Sorenson. Golpe tras golpe. Ella sonreía, se desahogaba con Lanie, pero realmente echaba de menos a alguien que la quisiera de verdad, alguien que la abrazase, que la protegiese, que compartiese su vida con ella: que hiciese sus heridas menos dolorosas. 

- Sí... Estoy bien... El baño, Castle... 

Castle la sujetó por la muñeca con delicadeza y le acarició la mejilla con ternura mientras con el dedo gordo de su mano le borraba una lágrima. 

- No huyas, Kate... 

Ella le miró en silencio a los ojos. 

- ¿Qué te pasa? Prometo saber escucharte, Beckett... 

Enlazados (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora