CAPÍTULO 30

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Autora: tenía ganas de ellos en estado puro...

Castle se acercó torpemente a ella. Se aclaró la garganta nervioso mientras unas gotas de sudor amenazaban con salir a la superficie de su frente. Esa mujer hacía que perdiese el control incluso de sus propias palabras, cosa anormal en una persona que se ganaba la vida con ellas.

Beckett comenzaba a sentirse algo inquieta por el nerviosismo de Castle. Temía que volviese a intentar besarla. Lo temía porque esta vez no se aportaría, deseaba besar a ese hombre. Estaba dispuesta a dejarse llevar por esos ojos azules profundos que atravesaban su corazón.
 
"Pídeme que te bese y lo haré", pensaba la mente acelerada de la inspectora.

"Bésala, inténtalo una última vez", le proponía el corazón al escritor, "no, no lo hagas, no sorportarás otro rechazo", le replicaba su mente devolviéndole a la realidad.

Cinco minutos habían pasado en silencio, mirándose a los ojos y librando una lucha encarnizada en su interior.

- ¿Castle? ¿Qué es? - rompió ella el silencio tratando de que él diese el paso.

- Yo... - se acercó mirando sus labios, pero agachó la cabeza frenando las ganas de besarla, sin darse cuenta de que ella había dado un paso hacia sus labios también.

Beckett se sonrojó al comprobar que él no había seguido con su intención y ella había interpretado mal sus deseos. No iba a besarla. O eso creía.  Dio un paso atrás tratando de no perder más la respiración y volviendo a su seguridad femenina. 

- Castle... No tengo todo el día - le apuró.

- Yo solo... Bueno - se rascó la nuca nervioso - quería preguntarte... si tú... bueno... si quieres... o sea si quieres... solo si quieres...

- ¡Castle, arranca por Dios! - ella esperaba ansiosa por que le pidiera una cita.

- Yo... es que no sé...

- Para ser escritor muy mal se te dan las palabras... - se burló ella con una sonrisa encantadora que dejó a Castle más aún sin habla.

- Yo solo quería pedirte tu número de teléfono personal - dijo Castle a toda pastilla tropezándose con las palabras.

Beckett abrió la boca y los ojos sorprendida mientras se apoyaba en la pared. Hubiera esperado cualquier cosa menos eso, tantas vueltas en un hombre para pedirle el número de móvil no es algo que estuviera habituada a ver. Sus ojos se desilusionaron un poco pero fingió con una sonrisa cordial mientras buscaba en el bolsillo de su chaqueta.

- ¿Qué buscas?

- Un papel para apuntártelo...

- Beckett - le enseñó su móvil alzándolo en el aire con la mano mientras reía - no estamos en el paleolítico, puedes dictármelo y ya lo guardo directamente en mi agenda...

Beckett se sintió estúpida del todo en esos momentos actuando de una manera tan antigua, ni siquiera lo había pensado, estaba tan acostumbrada a dar solo su tarjeta personal del trabajo, que olvidaba que también tenía vida social que no iba implícita en una tarjeta laboral. Se sonrojó al verle mirarla tan divertido, con ese rostro vacilón que la volvía loca como la exasperaba a partes iguales desde que le había conocido. Era guapo, muy guapo y atractivo. Y su escritor favorito. Y le estaba pidiendo el número personal, cuando se dio cuenta de todo, el corazón de la inspectora se aceleró en demasía.

- ¿Beckett?

- Eh... Sí, déjame... Mejor lo apunto yo - rozó sin querer la mano de Castle al coger el móvil, y ambos sintieron una descarga eléctrica que se cayaron.

- Ya está - le devolvió el móvil con una sonrisa.

- Te guardaré como "Katie, la sexy" - se rió al ver la cara de Beckett - no, mejor... - se colocó un dedo en la barbilla pensando - "el cuerpazo de  homicidios" - la miró de abajo arriba jugando con ella de broma.

- No serás capaz... - le clavó la mirada amenazante así enojada.

Castle se olvidó de respirar. Era demasiado guapa cuando se enfadaba.

- ¿Prefieres "Katie, la borde"? - recibió un golpe en el hombro por parte de ella.

Beckett le odiaba mucho en esos momentos. No soportaba que la sacase de quicio. Se dio la vuelta con la maleta rumbo al ascensor mientras se mentalizaba en no girarse y lanzarle el café que sonstenía en la mano a la cara. O meterle una tortita entera en la boca a ver si se atragantaba y se callaba.

- ¿No quieres mi número? - preguntó Castle a sus espaldas con una sonrisa juguetona y una ceja alzada - serías la única fan que dejase pasar esta oportunidad de tenerme en whatsapp...

- No - se giró ella frunciendo los labios y abriendo la boca levemente de manera sexy - aquí el único desesperado eres tú, escritor, y por mí... - le guiñó un ojo de manera arrebatadora mientras le lanzaba un beso y abría el ascensor con la mano libre.

Castle tragó saliva intentando mantener la compostura, pero no pudo reprimir una sonrisa estúpida en su boca. Le volvía loco, demasiado loco. Sabía jugar con los hombres, esa seguridad y esa feminidad era demasiado para cualquier varón con ojos en la cara y un amigo en la entrepierna. Y ella, además de ser un bellezón, era una mujer indescriptible. Demasiado para cualquier hombre con dos dedos de frente.

Beckett reprimía una sonrisa viendo la cara que se le había quedado a Castle. Le excitaba jugar con él en demasía. Cuando se giró para entrar al ascensor ya no pudo evitar hacer visible su sonrisa mientras trataba de empujar la maleta al interior, sujetando la puerta con el hombro y el café con la otra mano para que no se cayese. El problema se produjo cuando las ruedas de la maleta se quedaron enganchadas en un breve escaloncito del asensor, mientras ella trataba sin éxito hacerla entrar. No tenía tantas manos. La situación era demasiado cómica, y solo con pensar en como Castle la estaba disfrutando a sus espaldaa le ponía de los nervios.

- ¿Te ayudo? - preguntó él riendo mientras apoyaba un hombro en la pared y se cruzaba de brazos.

- ¡No! ¡Me valgo solita! - contestó ella indignada porque no podía hacer todo a la vez.

- Igual si te bebes el café es más fácil... - Castle le miraba el culo ahora que no podía verle mientras contemplaba la situación - por cierto, ¿sabes que tienes un culo bestial, inspectora? - ahora le tocaba jugar a él. 

- ¡Castle, deja de mirarme el culo! - exclamó enfadada - ¡no, no, no! - chilló cuando el café estuvo a punto de resbalársele de la mano, pero Castle llegó a tiempo sujetándole la puerta y el café.   

Ella bufó porque no quería ver su cara de suficiencia por haberla ayudado. Pero ahí estaba cuando se giró hacia él, sonriendo triunfal y burlón. Y arrebatador, eso también. Era payaso por momentos, pero atractivo a más no poder. Y a ella la volvía loca esa sonrisa aunque la odiase.

- ¿Qué se dice, inspectora? - sonrió Castle entornando la cabeza y poniendo morritos.

Ella bufó de nuevo exasperada, puso los ojos en blanco y no contestó. No le iba a dar el placer. Se bebió el café casi de un trago y le estampó el plástico con fuerza en el pecho a Castle. A continuación cogió la bolsa de las tortitas y las tostadas y la guardó en un bolso de la maleta. Le enseñó las manos libres a Castle y empujó la maleta con furia entrando al interior del ascensor. Castle seguía apoyado con la cabeza sobre la puerta abierta del mismo sin dejar de mirarle divertido.

- Qué... - soltó ella cuando la cara de él cambió de burlón a dulce.

- Kate - sonrió con dulzura.

- ¿Kate, qué?

- Que te he guardado como Kate - sonrió tímido y dulce - mi preciosa Kate - añadió cerrando la puerta del ascensor dejándola sola y yéndose al interior del loft.

Beckett se puso la mano en el pecho al sentir el corazón acelerarse mientras se mordía el labio y llevaba los ojos al cielo sin dejar de sonreír. 

Tocó el número cero y el ascensor bajó mientras Beckett seguía sin soltar su labio inferior.

Enlazados (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora