CAPÍTULO 29

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Autora: es un capítulo largo en el que me vais a odiar, querer... ¡pero creerme que todo merecerá la pena!

Castle colocó su dedo índice sobre los carnosos labios de la inspectora.

- Shhh... - Castle seguía perdido en esos ojos verdes avellana - estamos solos, Kate...

Notó como los brazos de la inspectora,  ahora inmovilizados por él sobre la almohada, se tensaban. Y como ella comenzaba a removerse inquieta bajo su peso.

- Kate... - susurró él soltando uno de sus brazos para acariciarle la mejilla - yo...

Ella le miraba como una perrita abandonada y asustada, pero dulce,
mientras se le agitaba más la respiración a cada paso que él acortaba en busca de sus labios. Esa mirada, esa agitación, estaba volviendo más loco aún al escritor. Esa mujer le tenía más allá del borde de la locura.

Rozó sus labios con suavidad durante unos segundos eternos mientras abría levemente su boca para acomodarse sobre el labio inferior de la inspectora. Necesitaba morderlo, succionarlo, jugar con él. Beckett tenía unos labios carnosos y húmedos, únicos, deseables, fascinantes. Castle suspiró y disfrutó de esos segundos antes de pedirle permiso para invadir su boca en busca de su lengua.

Pero ella no le dejó.

Beckett reaccionó y se revolvió inquieta bajo su peso apartando su cara a un lado mientras se tapaba el rostro con la mano que tenía liberada. Temblaba levemente. Apenas habían juntado los labios, apenas había sido un beso.

- No... - susurró ella mientras trataba de escapar de sus ojos y de su peso.

Castle levantó su cuerpo haciéndose a un lado para dejarle su libertad. No quería agobiarla, ni mucho menos que pensase que la estaba forzando a algo, jamás haría eso con ella. Se quedó unos segundos con la cara boca abajo sobre la almohada, justo donde había estado ella ahora, mordiéndola, y maldiciendo el rechazo mientras el olor a ella no dejaba de inundar sus fosas nasales inmiscuyéndose en su cerebro. Ahí escondido con la cabeza entre la almohada trató de recuperar la respiración y de calmar su entrepierna ansiosa de la inspectora. Beckett rodó asustada por la cama hasta llegar al límite del colchón, despositó sus pies descalzos sobre el frio suelo y se levantó con rapidez evitando en todo momento el contacto con Castle. Ni siquiera se había dado cuenta de que él no la estaba mirando si no que estaba perdido entre la almohada.

Castle tomó aire y la enfrentó quedándose sentado sobre la cama.

- Beckett... - rectificó - Kate... - así sonaba más dulce - perdona...

Ella se colocó un mechón rebelde tras la oreja mientras se rodeaba el cuerpo como si tuviese frío y daba pasos hacia atrás chocando con el borde del tocador haciéndose daño en la zona de las lumbares. Su gesto denotó el dolor del golpe.

Castle no entendía el por qué de ese miedo. Quizás ella había malinterpretado la situación. 

- Kate... - se levantó rápido de la cama preocupado por el golpe - ¿estás bien? ¿te has hecho daño?

Asintió sin mirarle a la cara ni dejar salir una palabra. Castle trató de cogerle la mano, pero en última instancia prefirió mantener las distancias y darle libertad. No entendía el miedo, el pudor, el asco, no sabía bien que pasaba por la cabeza de Beckett, pero lo que estaba claro es que ella no era una mujer miedosa precisamente. 

- ¿Me puedes dejar sola, por favor? - por fin sus indescifrables ojos se levantaron hacia él - tengo que hacer la maleta para irme.

Castle frunció el entrecejo tratando de ver más allá, pero Beckett siempre había tenido unos ojos bastante indescifrables, lo que tenían de bellos lo tenían de imposibles. Ella se ruborizó cuando esos ojos azules la analizaron fijamente, haciendo que apartase la vista sonrojada. Siempre había tenido la sensación de que ese hombre, y solo ese hombre, podía descifrarla en una sola mirada.  

Enlazados (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora