P r ó l o g o

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— Si tan solo ustedes me hubieran hecho caso sobre las consecuencias de intentar entrenarme, de sobre explotar mis capacidades, si al menos la estúpida de Sakura hubiera mantenido su bocota cerrada, ¡Si tan solo...! Si tan solo... no hubiera sido tan ciega... yo no estaría siendo desterrada y sintiéndome como una gran escoria. Tal vez, yo seguiría siendo invisible en la Aldea, ustedes me seguirían tratando como antes... Y no estaría por casarme.

Nadie dijo nada, viendo cómo se llevaba a cabo el destierro y cómo jalaban a la pobre niña que seguía llorando y maldiciendo a todos aquellos que fingieron quererle... y que solo le utilizaron.

Yamanaka Inoru estaba siendo desterrada no solo de Konohagakure, sino de todo el País Elemental.

Con su gran cabellera rubia ocultando su rostro, lleno de sangre seca, heridas sin tratar, un labio hinchado y muchísimo odio reflejado en sus ojos púrpuras, alzó su barbilla con el poco orgullo que le quedaba, dejando de luchar y caminando por sí sola a la salida de la Aldea.

No la habían dejado tomar sus cosas, o al menos descansar. La habían interceptado luego de una misión de reconocimiento cerca de la frontera con Sunagakure, apenas poniendo un pie en la Torre Hokage para notificar lo que sus ojos y oídos habían visto. Le parecía increíble el desprecio que muchos se obligaban a mostrar solo para librarse del posible interrogatorio que harían los de Raíz.

Era muy desagradable.

¿Últimas palabras? —dijo un Anbu de Raíz, sosteniendo las sogas en sus muñecas y estirando su cabello con fuerza. Lo disfrutaba, disfrutaba toda la impotencia que estaba sufriendo la niña que quiso sobrepasar a Danzō, el querer exponerlo y derrocarlo.

Sí... Si las tengo. —miró hacia los aldeanos, escaneando cada rostro con apuro hasta dar con uno en específico. Con el chivato, el soplón, el idiota que la había metido en ese problema. El bastardo que se hacía llamar su familia. — Felicidades papá, vendiste a tu hija. —Inoichi solo apartó la mirada, sintiendo una opresión en su pecho, igual que su hija mayor que no se podía creer lo que estaba oyendo, siendo que ella acababa de llegar, igual que su hermanita. — ¡Felicidades! Espero que Ino no te defraude...

I-inoru... 

Sin dejarle terminar o siquiera empezar, los Anbu ya se la habían llevado.

Se habían llevado al Ninja que desarrolló un quirk.

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Thing Of Two || BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora