> Explosiones matutinas <
Vivir con Bakugo Katsuki... era todo un reto.
— ¡Levanta exhibicionista!
Desde despertar... hasta dormir.
— ¡Muere sarro, muere!
— Solo apúrate, Katsuki.
— ¡Te mataré hasta en mis sueños!
— Eres imposible...
Inoru debía lidiar con muchas diferencias respecto al orden y rango familiar acostumbrado dentro de la casa de los Bakugo, y soportar otras pocas cuando nadie entendía sus costumbres o hábitos para despertar, comer, lavar, trabajar y hasta dormir.
— ¡Inoru, cariño! ¿Por qué estás lavando la ropa a mano?
— Odio la lavadora.
Katsuki parecía no tener un botón de apagado. Creaba bulla incluso estando dormido, maldiciendo a quién sabe cuántas personas por ronquido, y eso que el chico no gritaba cuando estaba casi desmayado del cansancio. Era más bien... Que Inoru tenía un oído muy sensible, el cuarto del chico estaba a un lado del suyo y que se enteraba de todo lo que pasaba en esa casa cuando las luces se apagaban.
De. Todo.
Los secretos volaban por las paredes una vez la luna salía a escena, despertando la de sus mejores sueños donde las máquinas y la tecnología no existía, sin darle oportunidad siquiera de entrar en su trance astral en busca de su sensei y burlándose de ella cuando sabía de qué iba la cosa por la cantidad y forma del sonido. Ya no sabía siquiera cómo mirar a sus tíos a los ojos.
La peor parte era sin duda la mañana, tener que ser despertada con tanta rudeza era por lejos algo que la ponía de mal humor. No importaba cuántas veces Inoru le dijera a su primo que no lo hiciera, que ella podía despertar sola, él lo seguiría haciendo por el simple hecho de divertirle. ¿Qué importaba si la rubia quedaba sorda? Nada. Así era la diversión para Katsuki.
Incluso había noches donde recurría a la necesidad de escapar al patio trasero y dormir plácidamente en la linda casa en el árbol que ella construyó con ayuda de su tío. La casita era preciosa y cálida, con mantas bordadas y suministros para esconderse por días si le apetecía, hasta había usado su kosei en las maderas para hacerla a prueba de sonido por si su querido primo le daba por gritarle desde abajo. Era un lugar sagrado para ella, el único lugar donde Katsuki no podía tocarla porque ella nunca lo escucharía y porque no había escalera por dónde subir o una cuerda que pudiera ayudarlo. Inoru subía usando su chakra y habilidad para escalar sin dificultades, por lo que cuando el rubio intentaba subir para despertarla, el solo toque al tronco le advertiría lo que estaba por suceder y podría escurrirse sin problema.
Sin embargo...
— Voy a terminar por matarlo...
Katsuki era una bestia. Un día le dió por querer derribar el árbol al no poder escalar, las explosiones dañaron la base del tronco y una de las paredes de la casita, llevando a la paciencia de Inoru a su límite y teniendo que ser separados por los adultos cuando la ninja comenzó a asfixiar al chico explosivo con las verdaderas ganas de matarlo.
También había momentos donde la rubia se miraba al espejo y sonreía con maldad, mordiendo su pulgar para sacar la suficiente sangre y escribir en él el único jutsu mortal que conocía contra su amado familiar hasta que su reflejo no pudiera verse por todas las palabras escritas. Luego se arrepentía por pensar que matando al rubio sería la solución más fácil para terminar con sus problemas y menos complicado que hacerle la vida imposible igual que él hacía con ella.
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Thing Of Two || BNHA
Fiksi Penggemar» Intenté que lo nuestro fluyera, pero veo que tus promesas solo fueron palabras vacías « Yamanaka Inoru nunca fue una chica con suerte. Y por desgracia, Todoroki Shouto nunca quiso cambiarlo. Saga de Thing of Two. Primer Libro: Thing of Two. [...