C u a r e n t a y s e i s

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> En movimiento <

Las nubes seguían sin desaparecer, haciendo más oscura la noche. La lluvia no dejaba de caer, mojando todo a su paso.

Desde lo más alto, en las montañas protectoras de Konoha y sobre el monumento histórico de los rostros Hokage, Yamanaka Inoru veía a las nubes hacer su trayecto nocturno, sin dejar de expulsar sus divinas lágrimas al mundo terrenal. Con sombrilla en mano y la misma ropa que Hyūga Hinata escogió para ella, se dedicó a observar el inalcanzable cielo nuboso.

La escena era preciosa. El gran astro lunar observaba desde arriba al mundo dormir, brillando en colores plateados junto a las diminutas estrellas a su alrededor. Las nubes, grises y tristes, daban un aire melancólico a la noche. Todo aquello hacía recordar a la rubia un párrafo en específico de su libro favorito «El castillo en las nubes».

"Hajime, devastado con la noticia, creó un profundo hoyo en su corazón. Tan profundo e irreparable que por una vez las nubes sufrieron envidia del mortal atado a la tierra. Su dolor podía ser comparado con lo artístico, dibujando bajo sus ojos amatista nubarrones negros al llorar todas las noches por su difunto padre aquel día lluvioso. La nostalgia implantada en sus iris cambiaba el soñador color amatista por el gris nostálgico del cielo, convirtiendo así una parte de su cuerpo en nubes atadas a la tierra, a emociones mortales. Sin posibilidad de viajar por los infinitos cielos y olvidar velar el alma de su difunto padre."

Suspiró sin ser consciente de la melancolía que ese párrafo creaba en su interior. Acomodó mejor la sombrilla de la lluvia nocturna y envidio a Hajime por tener un padre amoroso. Hay muchas cosas que Inoru daría todo por tener, cosas materiales que irónicamente dejaría de necesitar en la futuro. Pero sin duda, una de ellas y la más importante de todas era el verdadero amor. Un abrazo, solo un abrazo de su testarudo padre. ¿Era mucho pedir?

Negó cansada, aquello era algo que nunca podría obtener. Inoichi no la quería, nunca lo haría. Mientras más rápido volviera a Musutafu, el dolor en su pecho se iría. No quería tener un hoyo en el corazón, como Hajime.

La hora de partir llegaría pronto. El momento de unir su camino con Uchiha Sasuke otra vez se encontraba a la vuelta de la esquina.

Descubrió su cuello, revelando el tatuaje de serpiente que se escondía más abajo junto a sus omóplatos. Recitó un jutsu en susurros acompañados del chapoteo que hacían las gotas de lluvia al chocar contra el suelo. De su pálida piel, escamas turquesas comenzaron a nacer y la cabeza de una serpiente salió a la luz. Haciendo su sonido característico, enrolló su cuerpo alrededor del cuello de su dueña y en segundos su cola puntiaguda fue lo último en aparecer.

Saori analizaba su entorno, ignorando el dolor que ocasiona en su portadora al salir de su piel. Un mal necesario. Su lengua con dos divisiones acarició el aire, en busca de amenazas que no estuvieran a simple vista.

¿Hiciste lo que te ordené? —de forma casi imperceptible, la serpiente asintió. — Bien. Necesito que hagas algo más.

Espero órdenes, moviendo su cola con anticipación. Casi podía verse la emoción en sus ojos mercurio, ansiosos de escabullirse en un nuevo lugar peligroso.

Inoru tuvo cuidado de sacar el pergamino de entre sus ropas, mostrando este a Saori con total seriedad. Era del mismo tamaño que el anterior, pero de color amarillo y con un nombre diferente escrito al inicio del doblez.

Kaminari Denki

Miró con fascinación la facilidad de su serpiente para devorar de un bocado el pergamino, sacando su lengua al limpiar sus comisuras de la saliva expulsada. — Él sabe qué hacer. Asegúrate de que nadie lo vea obtenerlo. Y, —de su manga reveló una cajita diminuta, del tamaño de un anillo. De terciopelo blanco y diseño de cabeza de serpiente. — dale esto a Shouto. Lo mantendrá a salvo hasta que regrese.

Thing Of Two || BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora