C i n c u e n t a

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> Ayuda extra <

— La exhibicionista está retrasada, maldita mentirosa.

Cansado y furioso, Bakugo gruñó cuál animal prisionero de una jaula.

Los días se convirtieron en semanas y esas semanas en un mes. Un pesado, aburrido y doloroso mes sin ella, sin noticias de su paradero o una mísera pista sobre el lugar donde debería llevar a cabo su parte del plan. Nada. En mucho tiempo no ocurrió nada importante, y eso lo carcome por dentro.

¿Qué mierda es tan importante como para olvidarte de mí, exhibicionista?

Apretó los puños en frustración pura y sin ser consciente de sus actos, lanzó contra la pared más cercana lo primero que tocaron sus manos. Una diminuta explosión y de extra un crash metálico fue lo que recibió Mitsuki apenas abrió la puerta de aquella habitación. El pobre despertador casi se estrella contra su cara.

Comprarás otro, y no lo pagaré yo.

— Largo...

Cuál madre preocupada por su retoño, suspiró rendida ante el carácter tan problemático que, por desgracia, heredó de ella.

Lo notaba más distante que los primeros días en que se anunció la desaparición de Inoru, ya no gritaba con frecuencia y su arsenal de malas palabras disminuyó un poco, preocupando a todo aquel que conocía lo mal hablado que era y siempre será.

Decidida a saber qué ocurre, cerró la puerta detrás suya y sin miedo a recibir una explosión de su parte, tomo asiento a su lado.

¿Has sabido algo de Inoru–chan? —preguntó con suavidad, haciendo un gran esfuerzo por no sacarle información a base de gritos.

No. —frío y cortante, algo nuevo.

Bakugo a la hora de cerrar la boca a las personas, siempre usa maldiciones de por medio. Crea explosiones pequeñas y los mira a los ojos, matando con la mirada. Pero ahora, un simple no y total desinterés son sus armas de ataque.

Es como si su lado explosivo se hubiera ido con ella.

Aún no puedo decirte, no hasta que la exhibicionista de señales de vida, pensó. No lo aparentaba, pero sentía unas ganas inmensas de hacerle saber a sus padres que Inoru estaba bien, que sabía dónde estaba y con quién, pero no la situación en sí.

Ella dijo que iría a salvar a ese inútil, pero maldición, ¡Salvar a alguien no tarda un puto mes! ¿¡Qué mierda estás haciendo, Inoru?!

Fuera de la mente de Bakugo, Mitsuki suspiró débilmente. Podía ver a través de aquellos rubíes, que su hijo se encuentra en un enorme dilema, quemando sus entrañas tan lentamente que no se da cuenta del dolor que siente. Jugar con fuego queda corto para Katsuki, así que, ¿Qué es aquello con lo que lucha y juega a la vez?

Puedes confiar en mí, lo sabes. —cariñosa, despeina los cabellos rubios del chico. — Inoru–chan es parte de la familia.

— ¡Ya lo sé! —no pudo evitar gritar. Cruzó los dedos y bajó aún más la mirada, huyendo del escrutinio de su madre. — ¡Pero- ¿¡Cómo puede simplemente irse sin mí?!

Faltaba poco y nada para que los sollozos fueran libres de su garganta. Aquel llanto que por días se negó a liberar, confiando ciegamente en que la rubia enviaría un mensaje y sería el momento de actuar. Pero mierda, que el paso de los días fue agotador y no cree soportarlo mucho más.

No con su madre abrazándolo y brindando protección, la misma que él debería brindar a Inoru. Porque era su hermana, a la mierda el título de primos, ella es y siempre será su hermana. No puede dejarla ir ahora que la tiene ahí, consigo.

Thing Of Two || BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora