C u a t r o

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> Todoroki Shouto <

Sabía que hora era cuando abrió sus ojos, también sabía que alguien le estaba observando desde la puerta, pero que no era una amenaza. Aparentó seguir durmiendo, cerrando sus ojos y esperando por el siguiente movimiento de su espectador.

Él entró en la habitación, acercándose por su espalda y acercando su mano hasta su cuerpo cubierto por una sola sábana. Pero nunca la tocó. Solo fingía hacerlo, casi acariciando a la nada con una lentitud envidiable, apenas rozando sus dedos por la suave tela y dejando un débil rastro de calor.

Se quedó unos cuantos minutos, solo observándola y suspirando con pesar. Su espectador sabía algo que ella no, y por instinto quiso obligarlo a que dijera todo lo que sabía. Pero no lo haría, no cuando sabía quién era su visitante y el lío en el que estarían metidos los dos si ella llegaba a tocarlo. Vivirían bajo el mismo techo por mucho tiempo, suficiente para que él mismo lo sacara sin tener que obligarlo.

Después se fue... Como lo había estado haciendo este último mes.

Se levantó sin pereza, ansiosa por comenzar con la rutina que se había impuesto. Estiró su cuerpo lentamente, sin prisa por comenzar, se dio una corta ducha y vistió algo cómodo para iniciar con su día.

Un short blanco, una blusa holgada lila que mostraba sus hombros y parte de su vientre era todo lo que necesitaba. Del tocador tomo unas cintillas negras y con ellas peinó su cabello en dos coletas altas. Ese era su conjunto de hoy.

Bajó hasta la estancia principal con una pequeña sonrisa y saludó a Fuyumi, quien estaba preparando el desayuno ese día. Robó una pequeña fresa, demostrando su verdadera personalidad al ser un poco confianzuda con la mayor. Un gran avance debe admitir.

Inoru. —el llamado de Enji tensó solamente a la albina, y esta misma se sorprendió al ver una gran sonrisa en la rubia. Era la única que se veía feliz de tenerlo ahí. Dijo los buenos días, robando por segunda vez ahora un trozo de manzana, y por un segundo apareció una sonrisa de satisfacción en los labios del pelirrojo. — ¿Usarás de nuevo el dojo?

Sí, Enji-san. —si antes la albina estaba sorprendida, ahora estaba que tenía un ataque al corazón. Se había dado cuenta de la química entre esos dos, pero nunca pensó que su propio padre la trataría mejor que a ellos, sonriendo solo para ella y permitiendo que le llamara por su nombre. — ¿Por qué? ¿Desea que haga algo por usted?

Tengo asuntos que hablar contigo.

Ya veo...

Sin decir nada más, o darle explicaciones a la mayor, ambos se dirigieron al despacho del héroe, lugar donde usualmente trataban esos temas importantes. El pelirrojo entró primero, dejando la puerta abierta para Inoru y que ella cerró.

El lugar era un poco extravagante, con miles de medallas y trofeos colgando en todas partes, hasta en grandes estantes que ocupaban gran parte de la oficina. Ese era el ambiente en el que mayor mente Inoru se encontraba al seguirlo a todas partes.

Sin desearlo había creado un lazo con el héroe de fuego.

¿Qué necesita? —fue directa, como siempre había sido.

Será sencillo. —cruzó sus dedos sobre el escritorio, yendo al grano, igual que ella. — Entrarás en la Academia U.A por recomendación mía. —esa respuesta no se la esperaba, pero la veía venir. Aún así, faltaba casi un año y medio para que ella pudiera entrar, tenía poco de cumplir los catorce y según le había contado Fuyumi se entraba a los quince o dieciséis. — Te he visto entrenar... —eso le sorprendió un poco más. — Por hoy entrena con Shouto, estoy ansioso por ver cómo se llevan.

Thing Of Two || BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora